martes, 22 de noviembre de 2011

El inmenso mundo de las tonterías - 1

Por poder se entiende cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad. 
Max Weber.
Dicho de forma rápida, y menos técnica, poder es la ocasión que se me presenta para hacer lo que se me da la gana. Sin más razones. Porque se me da la gana. La adicción al poder (que tenemos todos...) nos lleva con alguna frecuencia a hacer tonterías incontables, porque resulta que todo lo que hacemos tiene consecuencias, y si haces lo que se te da la gana a las patadas... alguien te la puede devolver. O la vida misma, porque "lo que se me da la gana" puede estar muy distante de "lo que me conviene".
En general, la toma de decisiones puede basarse en dos metas básicas: que sea proactiva y defensiva. Es decir, hacerlo por algo que busco (y no para evitar, huir, o vengarme) y evaluando que el precio de lo que busco no sea excesivo. A eso último lo llamo "defensivo". Te pongo un ejemplo: en ocasiones, puedes querer mandar a la m* a alguien de tu equipo o a un cliente... porque "te parece justo", "se lo merece", "se lo buscó", etc. Pues... bien. Pregúntate: ¿en verdad gano algo más que el saborcito de la mandada a la m*? Porque perder ese cliente o ese colaborador puede salir bastante caro.
Claro que hay gente inmamable que se merece una patada en el c*lo. Peeeero, a lo mejor gano más buscando algo mejor: reemplázalo por un mejor cliente o un mejor colaborador. Como venganza es bastante eficaz e incluso sales ganando.
En todo caso, me parece práctico revisar si no estoy juzgando de forma global a esa persona. A lo mejor tiene alguna cosa buena. Es probable que tenga varias. Y es mejor mirar eso, porque conseguir un buen colaborador, incluso uno mediocremente bueno, no es fácil. Y clientes... no te recomiendo ir botando. En mi opinión, el único cliente que no sirve es el que no te produce nada, y ese no es cliente.
Lógico que tienes que aguntar el deseo irrefrenable de mandar a alguien al zipote. Entonces, consejitos de peluquería para ese momento: recuerda que nuestras emociones cambian cuando cambian nuestros pensamientos hiper-exigentes, irreales:
1. Esto es lo que hay. Piénsalo: a lo mejor cambias ese colaborador por uno... incluso peor. Una dosis de realismo.
2. Es cansón, inmamable... pero lo puedo soportar. Nadie ha muerto por aguantarse a un insufrible. De hecho, ES sufrible. Lo puedes sufrir, eres capaz.
3. Si finalmente evalúas y te desencartas de ese personaje, pues no pasa nada. Incluso no podemos retener a los buenos clientes y se nos van buenos colaboradores... y la vida sigue. Esto es lo que hay: la realidad.
racionalemotivo.blogspot.com

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