La mejor venganza se sirve fríaLas decisiones funcionales no necesariamente son agradables. No es extraño que aún teniendo muy claro lo que más nos conviene hacer, tenemos simultáneamente la idea de una cierta "justicia" que deberíamos operar.
Cultura popular
La razón es muy simple: lo funcional no tiene porqué ser fácil. Cuesta trabajo, puede ser difícil, pero es posible. Algunos aspectos de la cultura proponen un modelo rígido de justicia: "el que la hace, la debe pagar". El problema resulta cuando nos enfrentamos a la realidad: arrastrar tras nosotros rencores nos lleva a ser personas negativas y ásperas, y finalmente no conduce necesariamente a una ganancia real para nosotros.
Entender que la "venganza" no tiene sentido práctico no implica renunciar a una compensación del daño causado. Pero, de hecho, para solicitar y lograr compensaciones es mucho más conveniente tener la cabeza fría
Esa idea nos puede ayudar mucho: la primera tóxica (y profundamente irracional) afirma que determinados aspectos de nuestros hábitos no los podemos cambiar. No es cierto: podemos cambiar esa "necesidad" de venganza. Puede costar un poco de esfuerzo, pero no es imposible.
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