lunes, 30 de julio de 2012

Convirtiéndote en un caos emocional

La vida es lo que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes.
- John Lennon
Podemos pasarnos una buena parte de nuestra vida en dos fases de sufrimiento: la búsqueda de la pareja ideal, y aguantándonos la pareja ideal. En ocasiones, asumimos la vida relacional con un cierto fatalismo y hacemos de una experiencia que debería ser feliz un conjunto bastante tremendo de malestares y disputas.
Con frecuencia le pedimos a la realidad y a las personas metas y logros que son bastante difíciles en el mundo actual y las personas de nuestro alrededor.
Primero, una cosa clara: puedes estar solo y ser feliz. La mejor compañía puedes ser muchas veces tú mismo y un cierto número de buenos amigos. Entre otras razones, porque lo mejor es ser feliz con lo que hay, por que esa es tu vida real. Y si lo real en tu vida es que ahora no hay nadie "especial", pues a divertirte con libertad, a salir a la calle, a consentirte en lo que te gusta, a explorar tus aficiones y gustos sin que nadie les ponga límites ni te toque combinarlo con la usualmente lamentable experiencia de los domingos familiares (sabes de lo que te estoy hablando, esos planes jartísimos y largos con la jartísima familia de tu pareja).
En ocasiones nos frena una idea que no tiene ninguna prueba: "no tengo fuerzas para ser feliz sin nadie especial a mi lado" y textos similares de telenovela mexicana / venezolana / colombiana. Pues un punto claro: no sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte no es la única opción.
Pero, estar disponible es eso: estás en el mercado. Y, hay que salir a ver qué pasa. Y aquí, suele surgir otro grupo de ideas bastante tremendistas: "tengo miedo de sufrir otra vez". ¡Por Dios! ¡Salte ya de esa telenovela! En la vida, todo tiene algún pequeño costo. Tener una relación implica el riesgo de romperla y de experimentar un poco de dolor. Eso es lo que pasa en el mundo real. Pero, es un dolor soportable, no se trata de una amputación sin anestesia. Ni siquiera de un parto natural. Lógicamente, si nos encerramos en casa a llorar nuestra desgracia, pues percibiremos una vida con poco sentido. Si vas a llorar, que sea en la calle rodeado de buenos amigos y acompañado de una buena botella de Old Parr. Así hemos manejado por siglos los problemas afectivos y nos ha ido bastante bien.
Y si el personaje / personaja aparece, pues a ponerte en el mundo real: tendrás que establecer negociaciones, porque la luna de miel en la que no percibes los defectos... no aguanta mucho más de una semana. Ya lo sabes.
racionalemotivo.blogspot.com

sábado, 21 de julio de 2012

la insoportable gentecita insoportable

Cuanto más conozco a los hombres, más me gusta mi perro.
Diógenes de Sínope (412 - 323 aC)
Hay algunas verdades muy difíciles de tolerar. Por ejemplo, la realidad de tener un tracto digestivo, cuyo final conocemos. Incluso la frustración de no poder bebernos todo el Martini o los Mojitos que consideramos necesarios para mantener la cordura. Pero, aún con lo terrible que es esto, hay una realidad cotidiana que nos genera consecuencias inmediatas: cada uno de nosotros es una gentecita insoportable para alguien.
El que nosotros seamos más pesados que una vaca llevada en brazos no hace que nos resulte más fácil tolerar a los demás algunas veces. Pero, objetivamente, depende de nosotros. Si. Duro saberlo, pero sí. Porque es muy infrecuente que una persona sea universalmente inmamable. Lo más frecuente es que alguien los soporte. Incluso nosotros algunos días. Eso quiere decir que... no son ellos necesariamente, sino algunos de sus rasgos que entran en colisión con nuestras sobre-demandas. Esperamos que todo el mundo sea como a nosotros se nos da la gana, hagan las cosas como a nosotros se nos dan la gana, y además sonriendo. El problema es que estas condiciones no se cumplen casi nunca, o salen muy caras.
Por supuesto que somos libre para detestar a quien queramos. El riesgo es que sufrimos y nos perdemos los buenos ratos de las malas personas, porque no tengo el gusto de conocer a nadie que no tenga sus malos ratos. Tu y yo, que nos solemos creer mejores que los demás, ya lo sabes: tampoco. La vida sufriendo por los otros no es fácil. 
¿Un truco fácil? Ponle atención a las ideas que te pasan por la cabeza cuando estás elaborando un complejo plan homicida ante esa persona que al parecer te ha consumido el último recurso de control mental. Casi siempre te tropezarás con los "debería". "Él debería ser así". Y bueno, que le vamos a hacer, es una idea loca. Primero, es poco probable que nos guste todo lo que hacen los demás. Segundo, sufrir no es una estratégia para lograr esa meta. Y tercero... pues esa persona tiene derecho a ser como se le da la gana. El mismo derecho que tienes tú. Por último... pues muchas veces puedes largarte o restringir el tiempo en el tiempo que pasas con esa persona. Sin embargo, algunos puntos pueden ser mejor: 1) Interésate por los temas que tienen en común, y evita los que tienen diferencias. 2) No acudas a los momentos en que esa persona hace cosas que para tí son intolerables, por ejemplo, estas personitas que comen como cerditos a mí me ponen a mil. Así que evito comer con ellos, y ya. El resto del tiempo son gente maravillosamente mediocre, como yo mismo. 3) Ejercítate en la libertad. Léete los derechos del hombre, y verás que posiblemente te quieres saltar algunos... 4) Concéntrate en las cosas buenas de ese personaje. En muchas ocasiones, compensa los malos. Y 5) No "entres al trapo". Si hay un tema de conflicto, o lo enfrentas en el mejor ambiente, o lo entierras. Ya sabes: el objetivo de la vida es ser feliz, o por lo menos, estar tranquilo, que es una forma bastante accesible de felicidad. Allí quedamos!
racionalemotivo.blogspot.com - Leonardo Amaya

viernes, 13 de julio de 2012

Una de Emperadores

La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella 
Marcus Aelius Aurelius Antoninus 
Nuestro querido emperador Marco Aurelio era seguidor de los Estoicos. Él mismo podría afirmársele así, incluso con una pequeña y perseverante tendencia a ser notablemente cruel cuando las circunstancias lo ameritaban, y en su trabajo de Emperador del Imperio Romano, no dejaban de presentarsele oportunidades. Pero, más allá de estos rasgos un poco firmes, era reconocido como un sabio.
Pues eso. Podemos oírle un poco: nuestra vida, la experiencia de nuestra vida está relacionada al modo como la pensamos. Luego, lo ha dicho hasta el gato. (bueno, antes que él lo dijo Epicteto, pero me parece que es menos famoso). Yo mismo lo digo a cada rato, así que imagínate lo popular que es la idea.
Lo podemos experimentar cada día, por el simple hecho que ante la misma circunstancia, diversas personas reaccionan de maneras diversas, incluso uno mismo, en diversos momento vitales, una contrariedad no nos afecta, y en otros, la misma contrariedad nos convierte en un manojo de nervios y unas bombas de perturbación emocional. Además, tenemos evidencias de personas que sobrellevan problemas realmente complejos. Así que eso, la telenovela loca que te vives en varios episodios diarios no dependen del cabrón / cabrona de turno, sino del modo como evalúas la relación perturbada en que te has metido. Esa es la tarea: darte cuenta que eres tú solito, en tu cabeza, quien puedes amplificar o serenar la reacción a eventos que sí, pueden ser difíciles, algunos incluso muy complejos, pero son... tu vida. Eso es. Mientras la cambias, pues por lo menos no sufrirla demasiado. Y hoy es viernes, así que un Old Parr en honor a nuestro sistema límbico!
Leonardo Amaya - Racionalemotivo.blogspot.com

jueves, 5 de julio de 2012

Quiebras emocionales y cosas por el estilo

Las tarjetas de crédito son como algunas relaciones: tienes la ilusión de que la compra es fácil y luego te llegan cuentas impagables durante meses.
(Efluvio filosófico etílico)
Las tarjetas de crédito son ilusiones peligrosas, como algunas relaciones. Compras rápido algo que consideras indispensable y luego descubres que, además de inútil es una compra cara: así te quedas con algo metido en el fondo del armario mientras puntualmente te llegan las cartas de amor del banco.
Con frecuencia, esto ocurre porque no hemos sido realistas en la balanza: de un lado, la necesidad real de ese objeto y del otro el precio. ¿estás dispuesto a pagar eso por esta cosita? Pues en las relaciones pasa también. No somos cuidadosos para saber, primero, qué queremos. Que cosa estamos buscando, de verdad, en esa relación.  De vez en cuando nos sorprendemos buscando cosas que... siemplemente no están allí. No vienen en ese paquete. Quieres una relación seria, y te metes con una payasa o un bufón. Quieres una relación ligera, y te enredas con una neurótica con plan de millas en la clínica psiquiátrica o con un tipo tan complicado, tan complicado... que viene con instrucciones.
Otras veces, queremos cosas contradictorias: quiero estar con esa persona, pero también quiero defender mi orgullo, que en mi mente loca significa esperar que ella o él caigan rendidos a mis pies sin hacer ningún esfuerzo. Pues no, con frecuencia o toca humillarse un poquito -mientras inviertes en el negocio a ver si sale- o toca bajarse las espectativas y quedarse con la promoción del mes.
Y otras veces... no somos nada realistas. Una relación cuesta. Incluso dinero. Pero siempre, tiempo, una pequeña apuesta emocional, aguantarse algún ataque cercano a la psicosis. Una pequeña variadad de manias envueltas en una primorosa cajita. Eso es lo real.
Por supuesto puedes esperar a que aparezca el hombre o mujer de tus sueños sin hacer nada. Claro que puede pasar, en Disneyland o peor aún, en Epcot Center. En la vida real, un poco menos frecuente.
Así que, algunos consejitos de peluquería:
Pregúntate en serio, qué diablos es lo que quieres. Que estás buscando.
Coloca el P&G emocional, y analiza cuánto vas a invertir en el personaje o personaja de turno.
Sácale tiempo a quererte, como profilaxis emocional. Si entregas tu vida y planes completamente a alguien puede ser muy bonito para una película con Zac Efron, pero poco funcional para ser emocionalmente independiente.
Prepara un acopio de tranquilidad debajo del colchón, porque hay mucho principe que es sapo y mucha princesa que es bruja, así que siempre es una apuesta.
Y ¡a la calle!... dejándo la tarjeta de crédito platino guardada en casa.

L. Amaya - racionalemotivo.blogspot.com






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