viernes, 16 de noviembre de 2012

Tu relación convertida en una m... en 5 simples pasos

En general no hace falta que la mala fortuna acabe con nuestra felicidad. Lo logramos de forma bastante práctica nosotros solitos.
Vamos a comenzar por el principio: si te vas a meter con tu relación, tienes que decidir primero si vale la pena salvarla. Una simple claridad ayuda: no existe la mujer perfecta, el hombre perfecto o la relación perfecta. Sólo existen en las películas. Peeeero, las películas cuentan mentiritas. ¿sabes? supermán no vuela, utilizan unos cables. Pues lo mismo con las relaciones de las películas. Lo demás, todo imperfectico.
Puestos de acuerdo en esto, ten en cuenta que las personas mismas nos organizamos nuestros infiernos privados. Y no somos muy creativos en los modos: generalmente abonamos nuestras pesadillas con rigidez (las cosas deben ser así y sólo así) y sobredemandas, como cuando exigimos que nuestra pareja o nuestros amigos hagan todo lo posible y lo imposible por nuestra felicidad.
Estos deseos son maravillosos, pero contradicen la realidad. Raramente todo ocurrirá del modo como a nosotros se nos da la gana y es muy poco probable que las personas que nos rodean estén concentradas permanentemente en hacernos felices. La felicidad la tenemos que lograr nosotros y con lo que tenemos a mano.
Estas "moditos" nos llevan a sufrir y hacer cosas que nos conducen a complicarnos más aún la vida. Aquí te dejo cinco joyas de ese cofrecito:

1. Preguntar por respuestas que no queremos oir.
Vamos a ver. La verdad pura y dura no suele ser muy amable. Puestos a buscar verdades, es porque vas a tomar decisiones. Si preguntas algo cuya respuesta casi conoces y te va a llevar a sufrir locamente y ponerte furibundo / histérica, debería ser por dos razones: porque te gusta sufrir o porque te vas a largar de esa relación. Dudo mucho que el objetivo vital sea sufrir, y posiblemente no desees largarte porque bien sabes que las parejas usualmente sólo cambian de nombre. Si, porque todos tenemos defectos. Si los defectos del personaje / personaja son del área de los no-negociables, pues a irse. Pero no. Preguntamos, sin intención de largarnos porque albergamos el sueño loco de "realmente lo voy a cambiar". Déjame te pregunto: ¿esta estrategia te ha servido alguna vez para hacer cambiar a alguien? Y en las pocas veces que te ha servido para cambiar a alguien, ¿no piensas que podría haber sido más fácil? Pues eso: piénsatelo.
2. Busca la persona perfecta te garantizará estar infeliz con cada uno de los imperfectos que encuentres.
Resulta que las personas perfectas son muy, muy escasas. Tan escasas que no hay ninguna. Pero, nos ponemos en la tarea de encontrar al casi perfecto y estamos permanentemente añorando al perfil príncipe de los sueños. Mira las combinaciones que usualmente encuentras (déjame poner el ejemplo con mujeres):
Tipo lindo e inteligente: Complicado inmamable que no hay cómo soportarlo. Dedica más tiempo pensando en él y en como cuidar el six-pack. Se cree precioso.
Tipo lindo y descomplicado: perro lamentable que te pone los cuernos con cuanta vieja pasa.
Descomplicado e inteligente: feo a más no poder o personaje desconectado de la realidad y que no te pone atención ni si te empelotas delante de él. Tiene una relación rarísima con la novia de universidad o es gay.
3. Exígele a cualquiera que centre su vida en tí. Así te rodearás de locos cuando no estés sola / solo.
Vamos nuevamente a la realidad: Las personas suelen tener otras cosas que hacer en la vida. Los noviazgos "enzimáticos" donde están todo el día juntos arriba y abajo están en el tiempo del colegio. Las personas en las medida que crecen tienen que dedicarle tiempo a trabajar y desarrollan otros intereses. Si una persona crecidita te puede dedicar muuuucho tiempo se trata de un vago del carajo con un trabajo rarísimo (vender cosas en los semáforos casi) con menos motor interno que una lechuga.
4. Comprar afecto tiene un precio: sueles comprar gente de promociones, que se descose ese día y destiñe a la primera lavada.
Mira, no hay problema en tener un gigoló. Es decir, el tipo ideal pero como casi sin trabajo, medio alcohólico y sin oficio. Pero, como todo en la vida, viene con un precio: puede tener unos cuantos rollos mentales y ya lo sabes, esa relación no es una relación más allá de lo comercial. No le pagas como a un puto, pero casi: le invitas a comer y pagas tú. Le invitas al cine, y pagas tú. Le acompañas a comprar cosas y pagas tú.
Esta relación funciona hasta que cometes dos errores graves: 1) te confundes en tiempo y espacio y piensas que es un romance. Ups! No lo olvides: es una relación comercial amable. 2) pretendes cambiarlo. Grave error: el camino es psicoterapia, coaching o brujería. Y él no tiene cómo pagarlo y además no le interesa. No te compliques, si quieres este tipo de acuerdos por un tiempo, es bacano, pero ten claro en dónde andas.
5. Centrar tu vida en el otro te hace dependiente. Puestos a ser dependientes, que por lo menos sea un alucinógeno que te haga olvidar la realidad.
Esta es la idea tóxica número uno que está contenida en nuestras telenovelas mentales. Es como la nicotina de las series románticas. Claro, puedes soñar con tener la pareja que no haga más que pensar en tí. Pero, no te olvides que es un sueño, como ganarte la lotería o lograr no arrugarte con una crema facial. Pertenece al mundo de los deseos. Cuando lo exiges, cuando piensas que has fracasado por no conseguirlo, entonces allí sí que estás en una novela en que eres a la vez la mala, la bruja y la loca. ¿Un consejito de peluquería para salir de eso?: Ten una vida. Conserva amigos y amigas. Alimenta aficiones. Así el amor será lo que es: compañía, conversación amable y arrastrada nocturna. Una parte de tu vida, importante, sí, pero parte de.

Leonardo Amaya - racionalemotivo.blogspot.com

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