miércoles, 2 de abril de 2014

La mala costumbre de vivir como una víctima

"No hay nadie inocente, sino insuficientemente investigado" Cultura popular
Con una frecuencia disfuncionalmente elevada, asumimos que somos víctimas de la fatalidad, de la crueldad de las personas que nos odian o de las lamentables y perversas fuerzas de la realidad. Y nosotros, como inocentes ovejas que padecemos todos los males, las personas lamentables que nos maltratan, y las parejas terribles que el destino pone a nuestro lado.
Estoy hablando de las desgracias cotidianas, y no de la acción de la naturaleza -un Tsumani- o el trabajo de un déspota como Hitler o Göering, e incluso de un déspota tropical y analfabeto
como Maduro. No: hablo de lo cotidiano. De la universidad, del trabajo, del romance tóxico de cada día.
El problema con sentirnos víctimas es que renunciamos a ser protagonistas de nuestra vida y nuestras decisiones: si todo depende de los actores externos, de las crueldades del destino y de las perversidades del resto del universo, entonces no tendría sentido trabajar por el cambio o poner medios para que mejore nuestra vida.
Pero vamos por partes. Mira, tu y yo sabemos que somos en ocasiones cabroncetes. Yo no llevo a cabo todos los homicidios que se me ocurren por las complicaciones que genera, como deshacerte del cadáver, limpiar la sangre y recoger las vísceras. Entonces, me consuelo con desearles la mujer por cárcel y cosas así.
Hay algo más terrible aún. Muchas veces somos cómplices de las situaciones lamentables en las que nos encontramos. Primero, porque sufrimos desproporcionadamente por pendejadas. Sufrimos porque evaluamos como tragedias cosas que no lo son. Tememos que no podremos soportar la soledad y nos enfurece a muerte que ese personaje o personaja nos haya dejado tirados. Consideramos insoportable situaciones que hemos soportado otras veces... Mira que muchas veces hemos superado las "tragedias" que nos caen encima. Mira, mira... seguro que si nos hacen la cuenta bien, muchos de nosotros nos merecemos bastantes cositas difíciles. En algunas ocasiones, porque en contra del sentido común y de los consejos de la humanidad toda, en contra de la opinión de nuestra madre, de nuestra abuela, de la señora que vende cigarrillos en la esquina, nos metemos con una persona que nosotros mismos sabemos que no nos conviene. Y luego, nos ponemos en la irrealidad de atribuirlo a la mala fortuna. No: son simplemente las consecuencias de nuestros actos. Así que si te metes con el equivocado, has desde ya la reserva para psicoterapia al terminar o disfruta en lo posible a esa persona tóxica y ¡huye cuanto antes!
¿Y sufres por el resultado de la Universidad? Si, acéptalo: incluso te merecías menos. No es que el profesor te odie. Seguramente podría tener razones, pero quizá tiene otras personas más significativas para él a las que detesta y les dedica toda su energía negativa. A ti, simplemente te puso la nota que te merecías. El problema de creerte víctima aquí es que no aprendes. Mientras consideras que tu profesor es hijo de una meretriz que se vende en la calle por tres pesos, te olvidas de lo más importante: que lo que no estudiaste son temas que serán importantes para tu vida. Y que, finalmente, eres una vaga redomada o un perezoso inconsecuente. Es duro reconocerlo, pero reconocer su responsabilidad ayuda para que te propongas mejorar un poco y llegar al envidiable nivel de mediocre funcional.
Y el trabajo... vamos a ver, ¿te sirve de algo sufrir todo el día y odiar a cada persona que vez? ¿se lo merecen porque son injustos contigo? Sufrir no sirve para nada. Te hace aún más insufrible cada minuto que pasas allí. Y ellos... pues quizá son cabrones algunos. Pero es poco probable que cambien para que tú no sufras. ¡Si no les importa que sus hijos, su mujer, su madre y la señora de la lavandería sufran!
Sentirte víctima no cambia el hecho que el timón de tu vida sólo lo puedes llevar tú. Sentirte víctima te hace abandonar la tarea de construir una vida mejor y te concentra en la inútil tarea de sufrir... Además, incluso en el caso real de estar bajo un jefe terrible y una pareja insufrible, eres mucho más que una víctima. Encuentra la fuerza en ti para cambiar de situación, crecerte ante las que no puedes cambiar y concentrarte en los otros mundos que habitan en ti. Y siempre, piensa hasta dónde tú eres cómplice de lo que te pasa, para que te "pases" a tu lado y juegues tu juego por ti mismo.
@leonardoamayaMD - racionalemotivo.blogspot.com

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