domingo, 28 de septiembre de 2014

Guía para ser insoportable

De internet...

El reto de los retos es la convivencia. Se pasa uno la vida tratando de no matarse con los de la casa, a los que por lo menos ya conoces, y resulta que te faltan los del trabajo, los de la calle, etc...

Comentario desesperanzado callejero (las cosas que uno escucha caminando por ahí)


Todos tenemos malos días. Y en esas ocasiones, es un poco comprensible que reaccionemos de formas agresivas, como cuando:

  • Le dices que no a todo mundo. 
  • Le dices a todo mundo lo que piensas de ellos, con todo detalle y floritura. 
  • Tratas a algunos como se merece que sean tratados (a las patadas). 
  • Le responden a los demás tal como te han tratado a ti. 
  • Dejas claro todos los puntos de una experiencia laboral o personal pasada. 

¿Te das cuenta de lo que pasaría si todos los días aceptáramos que es "justo" estar molestos? ¡es que todos los días tendríamos razones! Y claro, muchos otros se nos unirían al plan, y entonces la casa, la universidad y el trabajo se convertirían en un campo de batalla.
De hecho, es muy frecuente que sea así. Estamos en campos de guerra continuamente. Y eso nos distrae de nuestro trabajo y nos hace imposible la vida.
Hay una pequeña trampa cultural que nos impide esforzarnos por no ser tan cabrones como nos parece que son los demás: esa ley cultural tan venenosa que nos reclama cobrar todas las deudas sociales. Esa ley de "No se deje" que se puede traducir por: "si a usted le hacen la vida un infierno, comparta el fuego". Por eso es tan fácil encontrarse con el infierno todos los días.
¿Que nos puede ayudar a cambiar? Al menos nos ayuda ser realista:

  • No esperes mucho de la gente. Cada uno tiene sus problemas y batallas... así que no están obligados a hacerte feliz. 
  • Comprende que hay mucha gente menos educada y moderada que tú. Lo más frecuente es que las personas hayan salido de la casa de sus papás bastante mal criaditos. Así que ¿porqué te sorprende que algunos se comporten como marranos sociales (con todo respeto a los cerdos)?
  • Entiende que hay personas -y son muchas- con notables dificultades para manejar el poder. Y mientras más básico es el poder o más ilegítimo es quien lo posee, peor. En mi experiencia personal por ejemplo, nadie peor para manejar el poder que un político corrupto, si me perdonan la redundancia...
  • Se consciente que las pequeñas venganzas derivadas de "no me puedo dejar" con bastante frecuencia no nos convienen. Nadie planea un asesinato en voz alta, y puestos a cobrarnos las cabronadas de otro, mejor planearlas calladitos.

Aprende que el odio nos envenena. Claro que podemos exigir el respeto debido y las cuentas por pagar... pero a gritos, nos pueden confundir con el culpable y no reconocer que somos el inocente.
Pero bueno, veamos porqué envenena la vida hacer las cositas de la lista anterior:

Le dices que no a todo mundo. Colocar límites es una buena tarea personal. Y colocarlos sonriendo y sin dar patadas, todo un arte. Para eso, ayuda mucho entender que antes de negarnos a algo, se trata mejor de explicar las condiciones. A casi todo se puede responder que sí, pero siempre explicando los "como". Hacer ciertas cosas tiene un grupito de condiciones. Pues eso: dile a la gente cuál es el precio. 

Le dices a todo mundo lo que piensas de ellos, con todo detalle y floritura. Sumado al hecho que es poco probable que conozcamos a fondo a todas las personas con las que nos relacionamos, comentar nuestras opiniones personales es potencialmente tóxico. Primero, es probable que a las otras personas no les importe. Y muy seguramente, hay partes de esas ideas que son dolorosas. No todos necesitamos conocer todo lo que debemos mejorar. Seguro que a ti tampoco te gusta. Mira que es un tema básico: vivir y dejar vivir. Hay algunos acuerdos con algunas personas -tu pareja, por ejemplo- pero con lo demás, es probable que esos acuerdos sean muy, muy pocos. Así que cada cual, que haga lo que le de la gana. 

En el caso de tu pareja, mucho más cuidado. ¿Recuerdas aquella cosa que siempre te "cobra" cuando están en crisis? Pues eso. Si le sumas una frase difícil, darás pié para otra cuenta pendiente. 

Tratas a algunos como se merece que sean tratados (a las patadas). ¿Te imaginas el mundo que se construye si a cada cual le damos lo que le corresponde? ¿Te imaginas lo que pasaría si a ti también te cobran todas y cada una de las que has hecho? Pues eso: piénsatelo. 
En general tratamos a las personas como somos nosotros, no como son ellos. ¿Cierto que tú no te peleas a dientes con un perro, ni te lanzas ladrillos con un personaje que es bastante básico? Claro que aquí aparece esa ley social de "yo no me dejo"... pero, ponte un ejemplo: 
Vas conduciendo por una vía, y de repente, una persona te cierra el paso antes del semáforo, te grita y te dice que "ayuda, deja pasar", acompañado de dos o tres opiniones desafortunadas sobre la vida sexual de tu madre. Claro que nos indigna, pero ¿te imaginas si te bajas, le rompes una farola con un ladrillo y pasas directamente a lanzarle el amoblamiento urbano disponible? Claro que nos molesta, y evidentemente es la consecuencia de la distribución democrática de la calle, te encuentras con cada personaje. Pero, usualmente lo mejor es pasar del tipo, dejarlo con su rabieta. A lo mejor hasta le da una angina y le ayuda esa situación a pensar sobre su vida. 
Le responden a los demás tal como te han tratado a ti. Esta es la trampa de la "reciprocidad": fulano me hizo tal cosa, y yo entonces le cobro ésta. Lo que sigue es el el mismo fulano te la cobra otra vez, etc. Se trata del simple hecho que la ley del ojo por ojo no funciona con gente que ves todos los días, como en el trabajo, por ejemplo. ¡Cada lunes sería un incubo!
Dejas claro todos los puntos de una experiencia laboral o personal pasada. Lo sabes bien. Clarificar todos y cada uno de los puntos de mejora de alguien no sólo no sirve para que mejore, sino que te garantiza un enemigo a muerte. Nosotros mismos hemos tenido quizá la dicha de experimentar esos que te dicen: mira, toma lo que quieras de lo que te voy a decir, pero: y enumera cinco o seis cosas que te hacen pensar ¿Y este idiota? ¡Claro que voy a tomar un par de cosas!
Es decir, mira, en el trabajo toca. Pero en la vida ordinaria, nadie te ha nombrado Gerente de Desarrollo del vecino. Cada cual que batalle con sus cosas. 

Sin embargo, lo más importante es buscar no llenarte de ira y de recuerdos y cuentas de las demás personas, porque simplemente te envenena el carácter y además... implica que le estás dando demasiada importancia a alguno que posiblemente no la amerita. Cada cual tiene sus películas, y uno debe entender que los demás no están obligados a vivir por nosotros. Tenemos unos acuerdos mínimos de convivencia o nos esforzamos por lograr establecerlos... y con los que no lo logramos, o aún no ha sido posible, pues un poco de distancia cuando se puede, y cuando no, distancia mental. Y como siempre, un día a la vez. 

@leonardoamayaMD





lunes, 22 de septiembre de 2014

Siendo más que los propios problemas...

Graffiti en una calle de Miraflores, en Lima (Perú). 

¡Mira los filósofos que se encuentra uno caminando! Estaba en un congreso en Lima (que además está increíble y la oferta de restaurantes genial) y me encontré este lingote callejero. De los lingotes de pensamiento, y no de los "lingotes" de perrito de apartamento que se encuentra uno paseando por Parioli, en Roma... Pero este no es el tema. "Sé más que tus problemas" podemos leerlo de varias formas... pero comencemos por la fácil, colocándole la tilde que no quiso poner el autor.
En ocasiones nos quedamos abrazados de forma loca y disfuncional a nuestros problemas, historias interiores, neurosis, etc. Muchas veces, porque ganamos cosas con ellos. Es frecuente llamar a esta maniobra "ganancias secundarias", para que sepas cuando alguien te lo diga, usualmente con intención de insultarte, pero con una alta dosis de verdad.
Si. En ocasiones, seguimos haciendo las cosas raras que todo mundo nos dice que estamos haciendo, que nos generan problemas y nos llevan a sentirnos mal y actuar peor, porque algo pensamos ganar con eso.
Te pongo un ejemplo: haces un show disfucional de telenovela mexicana porque Pedro Manuel, Miguel Antonio o José de las Mercedes no hace las cosas como tú quieres. Y te parece lógico, porque "cómo es posible que no recordara que hoy era cuando yo quería que ..." y escribe lo que quieras.
Resulta que Pedro Manuel no quiere. Le da pereza. Sí, es tu novio pero no tu esclavo. Sí, te quiere, pero también tiene sus pequeños egoísmos. Peor: tiene partido de fútbol. Todo eso. Resulta que con el show, logras que él se sienta mal (con semejante loca, ¿quién no?). A lo mejor hasta viene a ese plan que tú querías. Claro, quizá hace una cara de circunstancias más adecuada para una colonoscopia que para una fiesta, pero vino...
Eso es lo disfuncional. Que te la va a cobrar. Que la próxima vez, se va a inventar una excusa peor, se va a "desaparecer" o se "enferme" muy oportunamente. Y además, le dirá a todo el mundo que eres una loca. No te olvides que los hombres somos bastante más chismosos que las mujeres, sólo que lo disimulamos un poco mejor.
Segunda escena, todos tenemos malos ratos. Sí. ¿Te acuerdas de esas personas que cada vez que tienen un problema se lo hacen vivir a todo el mundo? En ocasiones, esas personas somos tú y yo. Y, ¿sabes que? la gente no tiene porqué aguantarnos. Ellos también tienen sus propias películas interiores. La primera excusa que nos damos, tú y yo, es ¡Pero no lo puedo controlar! Te recuerdo que esa era la actitud que Albert Ellis llamaba la "primera idea irracional": Yo no puedo cambiar.
Pues eso: es una idea, una sentencia, una frase en tu cabeza. Sí puedes cambiar, pero te costará un poco de esfuerzo. Sí puedes hacerlo, aunque tendrás que salirte del show que te has montado y cambiarte la música interior.
¿Y sabes también porqué? porque te complicas la vida, porque sufres tú, porque te haces inmamable y entonces las personas te van a evitar, como tú mismo evitas (y te recomiendo que evites) a la gente negativa, lloricógena y dramática.
Tercera escena: superar los problemas y darles la dimensión que tienen te lleva a una vida más tranquila. Todos tenemos problemas. La vida está llena de esos retos. Difíciles algunos, pero sin duda frecuentes. Enfréntalos. Busca resolverlos. Y resolverlos comienza por tu cabeza, por saber que eres más que las dificultades. Que las dificultades si tú quieres son campos de mejora. Y que en el peor de los casos, las dificultades son una realidad de la vida. Nuestra vida -y nuestro trabajo- consiste en buena parte- en resolver problemas.
Pues eso. A Lima, a la Rosa Nautica a comer un carpaccio de pulpo al roquedal. A las calles de Miraflores, para aprender de la filosofía callejera.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Carpe diem!

Finalmente, sólo se vive un día a la vez
Muchas veces olvidamos que no es la vida lo que es un tesoro, sino lo que llena de sentido ese tiempo. Hay vidas cortas y largas, pero finalmente, sólo se viven un día a la vez.
El pasado no nos pertenece. Es nuestra historia, nos ha construido, pero ocurrió. Pasó. Si queremos, si lo decidimos, nuestros recuerdos son el tesoro del que podemos sacar fuerzas en los días oscuros. Si decidimos mirar lo bueno, si decidimos coleccionar recuerdos y encuentros, y dejar pasar aquellas cosas que sirvieron para aprender, pero recordarlas llevan a sufrir. Quédate con lo aprendido, olvida la historia dura.
Siempre en nuestro pasado hay mucho para volver a mirar. Depende de nosotros elegir esos momentos de luz, que no faltan en nadie. Algunos serán el encuentro con personas significativas. Otros, serán ese destello de paz del encuentro con nosotros mismos. Cada uno tiene su estilo: en ocasiones, es caminar hasta el final de un espolón en Cartagena, sentarte a mirar la enormidad del mar y dejarte llevar por el impacto con esa belleza arrebatadora. Otras veces, es la memoria "andante". Para mi, volver a caminar calles: la mágica Roma y esas callejuelas llenas de arte en las que, de repente, te tropiezas con Bernini. La Cali que me adoptó unos años inolvidables. La geografía agreste de la Guajira, que te hierve la sangre del Caribe. O la fría Bogotá, paseándola por su arquitectura rotunda y plomiza y la sorpresa del sol que explota en medio de una mañana nublada. Depende de ti: tú tienes tus ciudades y tus encuentros.
Tampoco nos pertenece el futuro. Lo vamos construyendo día a día. Hoy. Ese día real que perdemos por estar preocupados en lo que no nos pertenece porque ya pasó o porque aún no ha llegado.
Hoy. Los encuentros de hoy, las personas de hoy, las oportunidades de hoy.
Ya lo decían Buddha, Epicteto, Marco Aurelio... Frankl, Beck, Ellis. Y luego, medio mundo. Hasta yo.
@leonardoamayaMD

Las redes sociales!

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