lunes, 25 de mayo de 2015

Felicidad, o algo por el estilo

La felicidad es, finalmente, una decisión.
Nuestra vida está llena de guerras un poco sobrevaloradas. Muchas veces, nuestra misma cultura nos obliga a batallas épicas que tienen poco sentido. Debemos ser exitosos, debemos ser "líderes" -lo que sea que eso signifique-. Debemos ser la pareja perfecta, la madre perfecta, el amante perfecto (ojalá con performances dignos de actor porno). Y estas exigencias nos conducen a un mundo maravilloso donde se pasa de la alegría total al trauma más estrepitoso, ¡muchas veces en la misma semana!
En otras ocasiones, le pedimos a nuestra pareja, a nuestros papás, a nuestros amigos una hoja da vida intachable, donde no puede haber errores y todo debe estar reluciente.
Así, nos condenamos a nosotros mismos por la terrible obligación de ser perfectos y hacemos sufrir a los que nos rodean. Y en esa batalla, llenamos días y días. En alguna ocasión, un profesional muy exitoso me decía: "llegué a donde nunca pensé que llegaría, y ahora no estoy seguro si tomé el camino correcto". Tampoco hace falta ser tan dramáticos. Por una simple razón: la vida raramente es un camino recto y organizado como se ve en algunas biografías un poco "mejoradas". La inmensa mayoría de las historias son una serie de caminos, curvas, reversa, y volver a empezar.
Cuando caemos en estas encrucijadas emocionales suele estar en el fondo de nuestra mente un par de mitos: suponer que existe el camino correcto y confundir la meta con los medios para alcanzarla. La meta, es ser felices. La trampa, que solemos asumir que la felicidad requiere una serie de cosas para alcanzarla. La pareja perfecta, el trabajo perfecto, la cantidad de dinero perfecta. Claro, usualmente no lo pensamos de forma tan directa: simplemente lo asumimos como real, y nos vamos adelante.
La felicidad es lo único que realmente buscamos. Pero, suponemos que es imposible ser feliz sin ciertas cosas. Un gran amigo me lo enseñó tres semanas antes de morir de una enfermedad muy demandante: estuvo feliz hasta el último momento. Hasta tuvo tiempo para despedirse de todos.
Pues eso. O somos felices con la realidad, con lo que tenemos en ese momento, o no seremos felices nunca. Nuestra mente demandante y los rasgos locos de nuestra cultura siempre nos podrán ofrecer razones para no ser felices. Depende de nosotros decidirlo. Si. Ser feliz es, en el fondo, una decisión.
@LeonardoAmayaMD

jueves, 14 de mayo de 2015

Aprendizajes aeronáuticos: el síndrome del piloto experto

Aprendizajes Aeronáuticos.
La experiencia aérea ha enseñado mucho, también a otros campos. Varios de esos aprendizajes tiene un alto contenido psicológico. Por ejemplo, que la mayor frecuencia de errores humanos los cometen pilotos en dos momentos bastante distintos en su recorrido: los muy jóvenes, por inexperiencia o por impericia. Y los expertos, por las dificultades para pensar por fuera de su habilidad acumulada, perdiendo la oportunidad de aprender o trabajar con común con personas menos expertas o con menos recorrido, pero que poseen información clave o puede ser una oportunidad de crecimiento.
En el momento que dejamos de escuchar, dejamos de aprender. Y cuando estás en una cierta posición de éxito, te arriesgas a aislarte en tu pedestal y así te quedas, como una columna vieja. Esto ha causado eventos lamentables en la historia de la aviación, y también puede ocurrir en otros campos.
Hace unas semanas, tuve ocasión de presenciar algo similar, en un entorno extra-aeronáutico: un personaje muy experto y reconocido en su campo tuvo  problemas importantes para captar elementos significativos de un problema porque asistió a la reunión con una visión bastante rígida de la situación, que además no era de su campo de pericia y reconocimiento de la situación. Incluso perdió el control y se levantó de la reunión. Me parece una persona admirable por su recorrido y precisamente por eso, su reacción me sorprendió. Así, que decidí escarmentar en cabeza ajena.
Ya me explico:
En algún momento, y siempre en un entorno muy restringido del conocimiento, podemos llegar a ser expertos. Si llega ese momento para mí, espero acordarme de esta experiencia: siempre podremos aprender, si tenemos la suficiente humildad para reconocer que muy frecuentemente necesitaremos información, nuevo conocimiento y siempre, del apoyo de otros.
Por supuesto espero no perder el control como esa persona, a la que además respeto en sus logros profesionales. Si él pudo perder las luces de ese modo, cualquiera también. Ahora, quizá tengamos menos esa posibilidad si aprendemos de esa experiencia.
Por contraste, hace unos meses tuve la ocasión que dialogar con una persona verdaderamente genial. Y humanamente muy divertida. Le hice un comentario muy informal sobre un tema de su competencia, y él me dijo: mm no estoy seguro de lo que dices, pero voy a pensarlo. Era una broma. Y él, un Maestro de vida. Con este aprendizaje, me encantaría alcanzar a ser así: sin falsas humildades (él tiene claro que es muy bueno en su campo) pero también sin falsas soberbias: no somos perfectos.
¿Te sirve este aprendizaje a ti?
@leonardoamayaMD

martes, 5 de mayo de 2015

Pequeña lista de la disfuncionalidad

¡La lista práctica para sufrir cada día!

Una advertencia preliminar: no me parece un buen camino vital sufrir. Sin embargo, en ocasiones es conveniente tener claro los medios para lograrlo, de tal forma que te decidas a revisar si los haces y a partir de allí, a cambiarlos. Esta es una pequeña mirada a los caminos disfuncionales que en algunas ocasiones recorremos:

1. Revivir hoy lo que no funcionó en el pasado.

Hay una frase muy realista que me encanta: “no hay nadie inocente, solo personas insuficientemente investigadas”. Si. En nuestro pasado hay equivocaciones, incluso graves. Algunas consecuencias de esos errores podemos resolverlos hoy, y otros en cambio, no podremos. Entonces, sirve de muy poco sufrir por esos errores. Si miras en lo que te has equivocado, que sea para aprender. Para quejarte y dolerte por lo que no puede ya cambiar… es por lo menos una pérdida de tiempo tóxica.

2. Culparte por el pasado

Es muy, muy frecuente, y muy practico para sufrir en cualquier día que decidas dedicarte a esa afanosa labor. Todos tenemos temas en el pasado para arrepentirnos, maltratarnos y culparnos. Hay por lo menos una razón loca que justifica esta condenación: estamos juzgando con nuestra experiencia de hoy a las decisiones inmaduras e irresponsables del pasado. No siempre fuimos viejos y sabios: antes éramos jóvenes y tontos. Pero, nos divertíamos.

3. Distraerte de trabajar hoy por preocuparte sobre el futuro

Excelente medio para traer al presente las tragedias que aún no han ocurrido, y entonces, dedicar el tiempo precioso del que disponemos para crecer para dedicarnos en cambio a preocuparnos y dolernos por lo que ocurriría en el futuro. En cambio, deberíamos quizá concentrarnos en trabajar para que ese futuro sea mejor. Y el tiempo para poner esos medios es ahora. ¡Pero ah! estás más ocupado sufriendo. Pésima inversión.

4. Apegarte a ser impecable

La calidad total a escala humana es calidad parcial. Una meta vital realista y sana es el trabajar para lograr la mejor versión de nosotros mismos. Cada día. Aceptando y reconociendo que siempre tendremos algunos temas para mejorar.

5. Asumir que eres una mala persona porque has cometido errores

Claro, cuando se pone así de evidente resulta notable que es una tontería. No eres malo por cometer errores. Lo que eres es defectuoso un poco, como todos los humanos. Claro, en cualquier momento te puedes encontrar con esos personajes que sí se creen perfectos (el típico perfil Opus, por ejemplo) y ya ves: miran a la gente como “pobrecitos” y claro, eso los hace unos cabrones insufribles. Eso sí que me parece malo.
La realidad es que la vida es un camino para ir creciendo, y esa es la meta, lo que has crecido hoy. Los errores que cometas son simplemente la realidad de no ser perfecto. Una de las más importantes habilidades humanas es saber “sacar la pata”, porque la meterás muchas veces.

6. Necesitar cosas

No te voy a proponer que vivas en una cueva. Sabemos que es divertido y una buena posibilidad vital rodearte de algunas comodidades y uno que otro “lujito”. Pero, depender de cosas para ser feliz es un verdadero camino de desgracia. ¡Porque te acostumbras a todo! y lo que nos parecía indispensable luego se torna trivial. Gozar lo que logramos tener es un buen picante para la vida. Depender de algo para ser feliz… un producto bastante venenoso del mercadeo.

7. Necesitar personas

Evidentemente los amigos y las personas significativas ayudan mucho y son un gozo vital. Pero, nadie es responsable de la felicidad de otro. Es una tarea tan demandante y personal que sólo cada uno puede asumirla. Cuando comienzas a depender de la gente, además, te haces bastante pesadito y se hace más complejo convivir contigo. El camino para liberarse de esto es fácil en la teoría y bastante complejo en la práctica: aprender a ser feliz contigo mismo, a valorar tus aficiones, a disfrutar de lo que tienes. Entonces es incluso más fácil que la gente te rodee, porque resultas una persona menos compleja y por lo menos, causas paz.

8. Considerar indispensable el ganar siempre

Una cierta competitividad te empuja a crecer. Un exceso, a competir con todos, sufrir por los éxitos de los demás y padecer el fracaso general en cada frustración normal. Además, ya la vida nos ha enseñado como termina el estilo tiburón de finanzas… (Enron, Interbolsa, etc).

9. Tener una caja de recuerdos disfuncional 

Si vas a conservar recuerdos, que sean los que te llevan a los aprendizajes y a revivir momentos gratos. Para revivir lo difícil y doloroso, nuestro cerebro requiere poca ayuda.

10. Guardar rencores que te envenenan a ti mismo

En la vida todos nos hemos encontrado con personas que estaban en un mal momento o en un mal lugar… con las que simplemente no lo logramos. Quédate con lo aprendido, deja ir lo que te perturba.
@LeonardoamayaMD

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