martes, 28 de enero de 2014

Emociones de fragmentación

El cerebro es un órgano maravilloso; comienza a trabajar en el momento en que te despiertas en la mañana y no deja de hacerlo sino hasta que llegas a la oficina.
Robert Frost*

Solemos culpar a nuestras emociones de muchas decisiones un poco tóxicas de nuestra vida. Le atribuimos un poder irresistible, como cuando las culpamos de "no sentirnos bien en este lugar, es algo que siento, hay un mal aquí". Les damos el poder de leer la realidad de modo mágico. "siento que esa persona me odia, lo percibo" y así, hasta el infinito y más allá. Con alguna frecuencia afirmamos que no podemos controlarlas y afirmamos que "debemos seguir a nuestro corazón". Muy poética la frase para justificar decisiones que no queremos pensar mucho.
Las emociones son profundamente humanas. Spock es un personaje de ciencia ficción y no me imagino lo que sería trabajar con él. Pero eso no implica que en algunas ocasiones preferiríamos trabajar con el orejas puntiagudas de Star Trek que con algunos de nuestros compañeros... o con nosotros mismos.
Pero, las emociones no son la "causa". Las emociones son la consecuencia de como evaluamos el mundo que nos rodea, las experiencias y las personas. De hecho, nuestra memoria es emocional en el sentido que acumulamos recuerdos asociados a juicios. Hagamos un pequeño experimento. Intenta recordar un evento y cuéntatelo en voz alta. Verás que comenzamos con describir eventos, situaciones, lo ocurrido. Y de repente, recordamos una "evaluación": algo así como decir: "fue una buena experiencia", "fue divertido", etc. Cuando le referimos a alguien un suceso o hablamos de una persona, solemos incluir en algún momento juicios de valor. No los hacemos en el momento, de hecho, así hemos almacenado el recuerdo. El juicio de valor y la emoción nos vienen juntos**.
Pues mete eso en una empresa, y ya tienes lista la telenovela.
Veamos alguna escenita de las telenovelas de oficina:
Margarita del Carmen es una ejecutiva de experiencia. Llegan a la Junta de Mercadeo de los lunes, y ella expone su propuesta, en la que ha trabajado el fin de semana. Camilo de las Mercedes es el nuevo Gerente, con dos meses en la compañía. Se mantiene distraído durante la sesión y descuidadamente hace dos comentarios un poco superficiales sobre el trabajo de Margarita. Finalmente considera que "debe estudiar con más detalle la propuesta", no la aprueba y da por terminada la reunión.
Ya te puedes imaginar. Camilo de las Mercedes tiene una enemiga a muerte de allí hasta los 2000 capítulos de esta telenovela.
Muchos habremos pensado que el tal Camilo es un cabrón de mucho cuidado. Ven, no te mientas: tú también lo pensante. Y lo hemos pensado porque nuestra memoria ha acumulado varios Camilos y nos los recuerda como una amenaza: esa es también la función de la memoria, lograr que no tropecemos dos veces con la misma piedra. Y es probable que sea cierto. A lo mejor el tal Camilo se merece una colonoscopia a fondo. Pero, esa es una interpretación. Nuestro cerebro nos ha querido advertir del riesgo. Incluso activó la alarma emocional y sentimos que el estómago se retorcía, casi tanto como nos gustaría retorcerle el cuello al cabroncete.
Sin embargo, es una evaluación, una impresión, un juicio. A lo mejor el personaje no es tan cabrón y simplemente está distraído. A lo mejor tuvo guerra campal en su casa con su mujer. A lo mejor tiene uno de esos hijos adolescentes que ya conoces. A lo mejor incluso es cierto que toca releer tu trabajo. Todos nos equivocamos, y esta vez le pudo tocar a Margarita del Carmen.
Pero, si el tema no se aclara, cada vez que se encuentren, el sistema límbico de margarita señalará los movimientos de Camilo como una amenaza. Y llegará el día que incluso ver su sombra reflejada en una pared desencadenará en Margara impulsos similares a los de un escualo depredador ante una descuidada foca. O la de un par de panteras negras, si han tenido rounds mutuos en otras reuniones.
Y cómo salir de esta trampa... pues hay varios caminos. El primero, muy cognitivo al estilo pragmático: tener en mente que estás evaluando. Ser consciente de este proceso cuando se disparen las emociones ante alguien. Hay un camino más profundo: trabajar todos los días por renunciar al reconocimiento. No se trata de negar tus logros, sino desligarte de la necesidad de que otros te reconozcan. Que tu jefe lo sepa, y a los demás, convéncelos con argumentos. Y que piensen lo que se les da la gana, porque no hay cómo controlar eso. (Bueno, puede probar con hipnosis colectiva y quizá opio en el aire acondicionado de la oficina, pero me parece más riesgoso).
Sobre el segundo camino, hablamos más adelante!
Leonardo Amaya, racionalemotivo.blogspot.com

*Robert Frost (1874-1963) fue un destacado poeta norteamericano. Antes de lograr reconocimiento, trabajó como maestro, zapatero, granjero, editor de un periódico pequeño en un pueblo ídem. Su poesía es raizal y cercana, y afronta temas profundamente anclados en el espíritu americano, como la sencillez, lo rural, la libertad. Para revisar algunas de sus obras, http://www.internal.org/Robert_Frost
** Este fenómeno es mucho más complejo, y aquí me limito a contarlo de forma sintética y en cierto modo caricaturesca, por lo que es inexacto.

miércoles, 22 de enero de 2014

La telenovela diaria


Filosofía Callejera

Nada mejor que encontrarte con filosofía de la calle. Pues hoy, hablemos un rato del tema del trabajo. Resulta que a tu trabajo le dedicas el tiempo de calidad, el tiempo de no calidad y el que te queda de la sustracción de esos dos. Por eso, ser feliz o por lo menos no sufrir en el trabajo ni con el trabajo influye notablemente en el balance de tu felicidad total. Y allí comienza la telenovela.

Saquemos la lista:

  • No me pagan lo suficiente 
  • Mi jefe es un cabrón 
  • Mis compañeras de trabajo son unas brujas 
  • Mi trabajo no me llena 


Vamos uno por uno:
El tema del pago. A ninguno nos pagan todo lo que nos gustaría. Siempre es posible recibir más dinero, y querer más dinero. Mira que los seres humanos tenemos la sorprendente capacidad de gastar siempre un poquito más de lo que ganamos.
Evidentemente la ecuación mismo tiempo más dinero sólo es superada por la ecuación menos tiempo y mucho más dinero. Y ambas... son poco realistas, porque algo te va a costar. Así de simple, en esta vida, gratis gratis, ni las patadas en el c*.
Evidentemente es bueno estar disponible a pensar otras oportunidades, crecer también económicamente, pero, sufrir por eso no tiene sentido. No hay ninguna evidencia estadística que el sufrimiento loco y la úlcera logren que uno aumente en sus ingresos. Al menos, no es consistente ni universal.
¿La respuesta es no buscar cómo crecer? No, la respuesta es a) entender que crecer no es sólo más dinero. b) tener claro que si te pagan más es probable que tengas más responsabilidades y te exijan más. Así de simple. c) sufrir no es una estrategia para lograr cambios en la empresa, simplemente serás el loco de la esquina o la bruja del quinto piso.

Mi jefe es un cabrón. Mira, ponte en la fila. Claro que hay personas cabronas. Bastantes. Nada garantiza que en otro lado no te encuentres otro igual o incluso peor. ¿Toca conformarse? No. Toca aceptar que ese es tu cabrón y no sufrir mientras consigues el siguiente. Claro, también es bueno mirar desapasionadamente la persona que tienes en frente. ¿quizá tú serías igual o peor con empleados como los que él tiene?

Mis compañeras de trabajo son unas brujas. Por supuesto que sí. Así se va poniendo la mayor parte de las personas con el tiempo. Y más de lo mismo: nada garantiza que tu empresa tenga el mayor porcentaje de brujas por metro cuadrado de la ciudad. Ahora, raramente las brujas son hechiceras infernales al 100%. Habrá alguna que es 20% de Salem, otra 35% Nigromante, otra tendrá una alianza con el demonio por 40% del tiempo, y así. Brujas 100%, brujas pura raza, poquitas. Ésta es la realidad. 
Evidentemente a alguien le tocará trabajar en la empresa de todos los infiernos, la que es un verdadero Aquelarre* (dícese de la reunión de todas las brujas con el macho Cabrío, en una bacanal del Averno), incluso puedes ser tú quien trabaja en Averno&Oscuridad, S.A.
Igualmente, mientras buscas un lugar donde puedan tener ventanas con luz de sol y tus compañeros de trabajo puedan ver crucifijos sin arder hasta las cenizas, pues aceptar que sí, me gané ese premio, y a negociar y sonreír en medio de los gritos de las almas en pena.

Mi trabajo no me llena. ¡Menos mal! Porque hay otras cosas que deberían llenar tu vida. Si tu trabajo representa casi todo el sentido de tu existencia, entonces es urgente que busques otras cosas. Porque no es el mejor relleno vital. Es el momento de hacer deporte, tomar un curso de Bonsai, salir a bailar en una Milonga cada día a las 6 pm, concentrarte en tus habilidades en alfarería artística.
Esto es más una señal de alarma que otra cosa. Incluso cuando tu trabajo te guste mucho, es muy importante que tu vida tenga otras cosas.

En último punto, todos necesitamos paz para poder crecer. Y la paz no depende, no debe depender de los demás, simplemente porque no puedes controlar a los demás. Puedes controlar en cambio lo que hay dentro de ti, las ideas con las que juzgas el mundo, limitando los "debería". Limitar los debería es una señal de realismo. El mundo no "debe" ser como tú quieres. El mundo de como es. Puede gustarte un mundo mejor, es importante que tengas claro cuál es el mundo que preferirías, para que así te pongas en la meta de buscarlo... pero viviendo y disfrutando el que tienes ahora que es... por el momento el único real.

Racionalemotivo.blogspot.com

lunes, 13 de enero de 2014

Las famosas metas de fin de año...

Los propósitos son una excelente forma para reconocer lo inconstantes que somos
Hay una práctica extendida típica de los comienzos de año: la lista de las metas. Ciertamente es importante proponernos metas en la vida. Así operamos los seres humanos de forma más eficaz. El cambio de año es una buena excusa para evaluar los doce meses anteriores y aprender de los errores, corregir un poco el rumbo o incluso dar un "timonazo" radical.
Muchas de esas metas se quedan allí, como metas. Eso sí es un poco triste porque le perdimos tiempo y le colocamos ilusiones.
Vamos a revisar esas agendas y ver que podemos aprender de hacer agendas...
1. Para crecer, hay que reconocer que metimos la pata. Don perfecto nunca aprende porque don perfecto no comete errores. En ocasiones nos cuesta reconocer que nos equivocamos porque somos muy radicales en nuestros juicios y asumimos que un error es una constatación de nuestra incapacidad o un indicio de nuestro fracaso en un futuro. Resulta que ni lo uno... ni lo otro. Todos somos mediocres (así le he oído gritar a empresarios exitosos mi profesor Dom DiMattia).
Todos somos mediocres porque somos humanos, tenemos límites y nos equivocamos. Hay otra mediocridad que depende de no ser competentes, pero está asociada a la pereza y no a nuestros límites naturales.
Tampoco cometer errores implica que nuestra vida futura será un océano de desgracias sin fin. Incluso sin cometerlos pasamos por temporadas catastróficas. Y en otros casos, cometiendo toda la serie de equivocaciones tontas nos va bien. Simplemente se trata de una realidad: el mundo es injusto. En ocasiones que sea injusto incluso juega a tu propio favor.
2. Para crecer, hay que estar dispuesto a aprender. Y para aprender, tenemos que escuchar a los demás, incluso cuando nos duele lo que dicen. Por supuesto no se escucha a todo mundo: se trata de escuchar a tus pares, que son los que tienen conocimiento del tema, o tus cercanos amigos, que no temen decirte la verdad a la cara porque piensan que así te pueden ayudar. A los que no están en estos grupos, pues uno toma nota y quizá la lee o quizá la bota a la basura.
Un consejito de peluquería: si te dolió lo que dijo un par o una persona de tu entorno, apúntalo, porque es muy probable que tengan razón. Si lo dice el último mico de la fila quizá se trata de un gaznido elaborado. Pero, escucha con la disposición de aprender algo más.
3. Prepárate para recomenzar muchas veces. Nada importante se hace en un sólo paso o se logra con poco esfuerzo. Que pena, pero es la vida real.
4. Aprende a "ponerle patitas" a las metas. Una meta global, grande, es linda pero... poco clara. En este mundo, los cambios grandes se organizan con pequeños cambios, un plan, una tarea, una fecha, y luego otro, y así hasta el infinito y más allá.
Pues nada. ¡Organiza tu lista!
racionalemotivo.blogspot.com

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