jueves, 24 de marzo de 2016

El futuro y otras fantasías perturbadoras

El futuro depende de lo que hagas hoy.
Gandhi

Nuestra cultura nos impulsa a planear, buscar metas, orientarnos a acciones. Como ocurre con muchas situaciones humanas, no podemos calificar esta tendencia como "mala" o "buena" por sí misma. Resulta pragmático considerar si esta atención por lo que vendrá nos lleva a planear y emprender acciones hoy, buscando metas que nos apasionan... o por el contrario, se trata de una simple colección de miedos, temores y fantasías dramáticas que nos llenan de un terror paralizante. Con una notable frecuencia, suele ser esto último.

Te pongo unos pequeños ejemplos: esas tardes en las que tranquilamente has enfrentado un día en casa sin hacer nada, y te asalta, como violador con escopeta, la idea: "nunca encontraré a alguien que me ame". Si ese día la inspiración de acompaña, la pesadilla consciente puede incluir otras llamativas escenas: tú en una silla, pudriéndote de una depresión atroz, acompañada por un par de gatos que te odian y merodean como asesinos sigilosos.

Otro ejemplo. Has trabajado con esfuerzo, y tarde en la noche, te viene una imagen terrible de una vida llena de un trabajo monótono, mal pagado, del que finalmente te despiden a los 50 años para acabar en cualquier ocupación agotadora y se sentido.

Claro, las dos imágenes son bastante poco halagadoras. Y son posibles. Pero, pensar en ellas hasta el nivel de perder la paz no suele conducir a nada más que sufrir. Lo más frecuente es que se sufre intensamente, de forma continua... y no haces nada. ¿Te coloco un ejemplo? Piensa en la época escolar, cuando te alterabas por un examen que realmente era muy exigente. Sufriste, lo comentaste con todo mundo, te llenabas de preocupación ante los libros... y no estudiaste mucho más. Finalmente estás aquí, no has acabado bajo un puente viviendo de vender estiércol de ganado. Lograste graduarte, quizá con algún tropezón académico, o estás en la posición de hacerlo.

Esto suele ser el camino tremendo de las profecías sin sentido. Que no te dejan concentrarte en el presente, que es lo determinante. Por supuesto que estos riesgos existen (y si pasan, tendrías que aprender a vivir con ellos por el simple hecho que es lo real) pero, siempre puedes ponerte a hacer algo ahora, al menos, algo distinto a sufrir. Algo más productivo.

Pero vamos a algunos "consejos de peluquería", que pueden ayudar a concretar.

Primero, es bueno tener metas. No tiene que ser la "súpermeta", no es indispensable que pienses en ganarte un Emmy ni incluso un AVN Award (los óscares de la industria porno). Pueden ser metas más cotidianas, más cercanas quizá. Si no has hecho aún tu primera porno, pues entonces falta aún esforzarte para el AVN.

Las metas nos ayudan primero, a darle sentido a muchas de las tareas pequeñas, dispendiosas, monótonas y continuas que nos permiten crecer. Incluso, si quieres negar las posibilidades de toda salvación humana en un encuentro de psicoanálisis, te va a tocar leerte todos los seminarios de Lacan. Recuerda que quien no sabe para dónde va, ningún barco le sirve. Ni tren, ni avión, ni nada.

Ten alguna afición que no sea tu trabajo. Es bueno que tu trabajo te apasione, pero no parece muy sano para la mayoría de las personas que sea lo único en tu vida. Claro, siempre hay un documental sobre fulano de tal que afirma: "mi vida es 100% mi trabajo". Pero luego vas a ver y el personaje cada tanto se pone azul de psicoactivos ilegales, y se ha fumado una hectárea de marihuana.

Te propongo entonces también un grupito de metas frívolas. No todo en la vida tiene que ser tan importante y significativo, entre otras cosas porque raramente es posible. La mayor parte de las tareas humanas tienen una importancia limitada, pero aún así no son despreciables.

Pues eso. Una última idea: No seas absolutista. Si descubrimos que estamos en un camino que no nos gusta, hay dos opciones más: cambiar de ruta e incluso, dar reversa y tomar otro sendero.

@leonardoamayaMD




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