viernes, 19 de diciembre de 2014

Los enemigos dentro de la mente

Muchas veces no necesitamos personas que nos desanimen. Basta con escuchar el demonio autocompasivo y depresor que tenemos dentro.
En la vida son normales los altos y los bajos emocionales, personales, relacionales, económicos, laborales, y un largo etcétera. Tendremos problemas, batallaremos con situaciones y momentos difíciles. Es precisamente en esas ocasiones en las que no debemos escuchar la vocecita desalentadora que nos dice: "es imposible", "pobre de ti que te pasan esas cosas", "que dura es tu vida". ¿Porqué? por que no sirve para nada. Nos sentimos mal, concentramos nuestras fuerzas en sufrir y lamentarnos, lloriquear... y no hacemos nada para enfrentar la situación.
Además de hacernos insoportables y molestos para las personas que nos rodean, alimentamos las raíces del fracaso.
¿El camino para salir de aquí?

  • Entender que lamentarnos no sirve para nada. 
  • Tener claro que es una salida tan tóxica como cómoda: no haces nada, sufres... y tampoco te esfuerzas. Pero, te toca pagar un precio loco por esta pereza. 
  • Saber que hay un mundo mejor, y tener claro que nada nos ahorrará el esfuerzo para trabajar en construirnos nuestras soluciones. 
  • Decidirnos, sí, decidirnos a re-orientar nuestras fuerzas hacia las soluciones de hoy. 
Sí, es una decisión. Te toca tomarla, te toca saber que cuesta esfuerzo, y tendrás que aceptar que muchas veces la salida más fácil es bastante difícil.
Decídete a enfrentar tus problemas. No se resolverán solos. Ni lloriqueando por las dificultades, a las que nos toca enfrentar todos.
@leonardoamayaMD

lunes, 1 de diciembre de 2014

Una frase idiota y sabia

Yo me siento muy bien cuando estoy feliz
Winona Ryder

  • Mira lo que es tener las ideas claras, como Winona. Tengo dudas que esto sea una frase idiota: parece evidente cuando la lees, pero es frecuente que en la vida real se nos olvide. Con frecuencia se nos pasan algunas cosas bastante lógicas en este campo, y claramente, en algunas ocasiones de la vida no es fácil poner en práctica algunas otras frasecitas por el estilo que te voy a decir. 
  • Es muy bueno ser feliz con alguien, pero es mucho mejor saber estar feliz y entretenido también cuando no estás con ninguno. El primer paso es aceptar que es posible. 
  • Es divertido cuando te encuentras en un buen momento de la vida. Pero es importante saber conservar la paz en las dificultades, teniendo claro que la vida real es eso: una sucesión de momentos buenos con otros que no lo son tanto. 
  • Se puede estar mejor, pero también es posible estar bien antes de lograr todo lo que quieres. 
  • Es una cosa buena que las personas que te rodean te acepten y te amen. Pero, es muy probable que no te amen todos ni todos reconozcan tus logros. Aprende a que tu primer juez seas tú mismo. 
  • Es divertido cuando las personas que te rodean son como a ti te gustaría que fueran. Pero, que no se parezcan a tus estándares es muy probable... y esto no es una tragedia. 
  • Hay un mundo mejor, pero en el que estás es el real, y es mejor que lo disfrutes. Quejarte, mirar lo malo que padeces actualmente y sufrir no te hace feliz, ni más rico, ni resuelve tus problemas. Confírmalo en tu cuenta bancaria cuando estés lleno de preocupaciones por el futuro. 
  • En el pasado todos tenemos algunas elecciones que podemos considerar errores, y en el futuro, hay riesgos. Sin embargo, todos vivimos sólo un día a la vez. El pasado es para aprender, y el futuro, para construirlo en el único momento real que vivimos: hoy.
@leonardoamayaMD / racionalemotivo.blogspot.com

lunes, 10 de noviembre de 2014

Nostalgia y otros venenos

En la vida siempre hay despedidas, muchas veces necesarias para crecer y continuar adelante. La nostalgia es con frecuencia un bomboncito envenenado que nos impulsa a intentar revivir lo que debería quedarse en la historia. 
En ocasiones nos tropezamos con recuerdos, lugares y personas relacionados con momentos significativos de nuestro pasado. La memoria nos lleva a un tiempo que disfrutamos y que terminó, bien o mal. Nos evoca emociones en ocasiones contradictorias y con frecuencia nos impulsa a buscar una nueva oportunidad, volver a comenzar lo que pensamos que quedó inconcluso. Esta es la nostalgia.
La nostalgia es una emoción peligrosa: es uno de esos "bombones de chocolate" que nos da la vida: dulces, provocadores y venenosos. Con la nostalgia, volvemos a saborear lo bueno y miramos el pasado como un tiempo para atesorar. Pero, pasa algo similar que con los bombones de la vida real. En una dosis muy moderada se disfruta, pero si tienes problemas con el azúcar o te empacas una caja, engordan, te caen mal y te hacen salir granos. Lindos, tentadores, pero si te pasas de la dosis, te cobrarán el precio. Hay muchos, muchos bombones que es mejor dejar en el mostrador. Y el bombón de la nostalgia, es uno particularmente envenenado.
Vamos a ver porqué. Primero, porque esa parte de tu historia terminó. Intentar revivirla es muy parecido al remake de una película mediocre: peor que el original. ¿Porqué? Porque ambos cambiaron, porque el tiempo pasó, y porque volver al pasado es tema de películas pero irreal.
Claro que algunas veces hacer el remake tiene sentido: cuando has dejado cosas sin cerrar... o cuando definitivamente estás obsesionado con la posibilidad de recrear la historia. Entonces, descubres que sí, que tenías razón y debías dejar los recuerdos en el pasado.
Pero veamos las cosas con detalle. Hay algunas razones claves para tomarse con mucho cuidado la amenaza del bombón envenenado de la nostalgia:
Porque han cambiado los protagonistas
El tiempo pasó, y los protagonistas han cambiado. Son personas distintas. Y así, cuando lo intentas, te dañas un buen recuerdo y lo complementas con uno peor. Tú has crecido, has aprendido de la relación y quizá, tienes alguna que otra "cicatriz" emocional que duele. El otro o los otros personajes también. Quizá han madurado, quizá no. Probablemente podría ser que tampoco tú seas un buen recuerdo para ellos, y todos prefieran un saludo de lejitos y no un reencuentro.
Porque alguno de los protagonistas no ha cambiado
Muchas veces las personas terminamos nuestras relaciones por los mismos defectos que encontramos en el primer momento. Cuando nos enamoramos, o comenzamos una relación profesional incluso, imaginamos o suponemos -quizá con poco realismo- que ese detalle difícil o ese defecto que identificamos podríamos cambiarlo o tolerarlo. Y no, el defecto continuó. Quizá otras cosas mejoraron, pero no lo que era más significativo para nosotros.
Pues puede ocurrir que la persona siga igual. Habrá mejorado en otros campos, pero en lo que nos hizo incompatibles, no ha cambiado. Así, volver a intentarlo es poco realista y muy riesgoso. De hecho, es una apuesta loca: ya sabemos que no funciona, sabemos porqué no funciona... y nos damos cuenta de que aquello por lo que no funciona continúa allí.
Porque tu tiempo debe seguir adelante
Un miedo muy frecuente y bastante tóxico es el temor a los retos del futuro. Preferimos quedarnos en lo seguro antes que mirar adelante y decidirnos a combatir los nuevos retos de cada día. Es de hecho muy frecuente que la gente "se quede" donde estaba, sin evolucionar. Así te encuentras a personas embebidas en relaciones tóxicas, en trabajos asfixiantes y en ausencia de retos que le den sentido a la vida. En general, una situación así nos sumerge en una sensación de fracaso que genera dolor. Porque ni aceptamos lo que tenemos, ni nos decidimos a que el reto es posible, y que construir es simplemente caminar, con sus riesgos. Si nos quedamos incluso en un lugar ideal, descubriremos que el mundo a nuestro alrededor va cambiando, y si no crecemos, el cambio a nuestro alrededor nos dejará sin el "nido" de seguridad que hemos construido.
Pero, si estamos en algo que no es sano, donde recibimos un maltrato sutil o incluso abierto y tóxico, entonces hay menos razones para no tomar una decisión y darnos una oportunidad de seguir adelante y arriesgarnos con algo nuevo. Así que volver a tomar del agua envenenada, aunque esté "dulcecita a ratos" es simplemente volver a sumergirnos otra vez en el mismo charco malsano donde alguna vez estuvimos.
¿Cuándo vale la pena intentarlo otra vez?
Pregunta importante... Muchas veces pensamos que debemos intentarlo otra vez simplemente porque le tenemos miedo al reto o al riesgo que implica siempre moverse. Pero, algunas veces puede ser bueno... para estar seguros con más evidencia que ese lugar o esa relación no funcionaba, o porque de verdad quedan algunas cosas por cerrar. Pero, no te olvides: en la vida no podemos evitar el dolor, procurar evitarlo siempre nos puede llevar a tomar malas decisiones y... la vida está llena de encuentros y despedidas. Eso es también: un viaje. Al menos como planteamiento es bueno estar abiertos a los nuevos que llegan, y toca hacerle espacio de los que se deben marchar.
@leonardoamayaMD

domingo, 26 de octubre de 2014

Cambiar y permanencer...


I guess the important thing is to be responsible of transforming ourselves -being and becoming- the best version of the person we are. On my perception the way to do that is to accept our fears, our desires, our dreams as beautiful as they are, being open enough to receive miracles from life and to allow ourselves to be miracles of life for others, and for the world itself. Much love and happy sun-rain-day.  Olga Lehmann, Psicóloga y Escritoria, MA. Norges teknisk-naturvitenskapelige universitet -NTNU (Noruega)
https://www.facebook.com/olgalehmanno
Olga es una prolífica escritora con una producción que se extiende desde la poesía hasta trabajos teóricos de psicología. Y como cito hoy, también en el género comentario de facebook. El texto que cito es suficiente para pensar en la tarde de un domingo, pero no nos vamos a quedar aquí.
En el mundo de empresa se hizo popular una sentencia hace un tiempo: "cambiar o desaparecer", invitando de forma dramática a innovar. Pero ese no es el reto aquí. Refleja más una realidad de la lucha por la afirmación de la identidad a la que nos enfrentamos con frecuencia las personas.
Por E. Ericsson sabemos que alcanzamos un cierto discurso de lo que "somos" que resulta permitido por el desarrollo de la corteza cerebral e impulsado por la presión social. Los demás, nuestros pares, nos reclaman que nos definamos, que digamos como somos y actuemos según esa afirmación.
Y desde ese momento, comenzamos a batallar por afirmarnos, por soportar una identidad que no deja de ser una versión de lo que somos. Y esa batalla nos reclama hacernos rígidos, apegarnos a una cierta definición de nosotros mismos. Y entonces, sufrimos, nos exigimos "sostener" un cierto rol que nosotros mismos hemos construido.
Pues como dice Olga. Es un mejor camino dejarnos sorprender, estar abiertos al encuentro, al cambio. Aceptar que cada relación vital y cada situación de nuestra existencia nos impulsa a cambiar. Y eso no es malo. Más allá, se sufre mucho cuando se empeña uno mismo en sostener un cierto modelo: es mucho más amable y funcional permitir el cambio, gozar el cambio, estimular el cambio.
Nuestra cultura, entendida como esa serie de sentencias, mitos y reglas muchas veces poco conscientes nos encienden las alarmas con una invitación tan abierta al cambio. ¡Debemos ser los mismos! ¡Debemos ser auténticos! ¡Madurar es establecer un cierto modo de ser y sostenerlo! Yo prefiero recordarte que lo único que realmente debería movernos, y la búsqueda de todos sostenemos es la felicidad. O el estado de emociones que más se le parezca. Pues un camino seguro es relajarnos dentro de ese disfraz que nos hemos construido con la ayuda de nuestros pares, y abrirnos a crecer, a cambiar, a movernos y dejarnos influir por nuestra vida. Finalmente, ¡acabará ocurriendo queramos o no!
@leonardoamayaMD.



domingo, 28 de septiembre de 2014

Guía para ser insoportable

De internet...

El reto de los retos es la convivencia. Se pasa uno la vida tratando de no matarse con los de la casa, a los que por lo menos ya conoces, y resulta que te faltan los del trabajo, los de la calle, etc...

Comentario desesperanzado callejero (las cosas que uno escucha caminando por ahí)


Todos tenemos malos días. Y en esas ocasiones, es un poco comprensible que reaccionemos de formas agresivas, como cuando:

  • Le dices que no a todo mundo. 
  • Le dices a todo mundo lo que piensas de ellos, con todo detalle y floritura. 
  • Tratas a algunos como se merece que sean tratados (a las patadas). 
  • Le responden a los demás tal como te han tratado a ti. 
  • Dejas claro todos los puntos de una experiencia laboral o personal pasada. 

¿Te das cuenta de lo que pasaría si todos los días aceptáramos que es "justo" estar molestos? ¡es que todos los días tendríamos razones! Y claro, muchos otros se nos unirían al plan, y entonces la casa, la universidad y el trabajo se convertirían en un campo de batalla.
De hecho, es muy frecuente que sea así. Estamos en campos de guerra continuamente. Y eso nos distrae de nuestro trabajo y nos hace imposible la vida.
Hay una pequeña trampa cultural que nos impide esforzarnos por no ser tan cabrones como nos parece que son los demás: esa ley cultural tan venenosa que nos reclama cobrar todas las deudas sociales. Esa ley de "No se deje" que se puede traducir por: "si a usted le hacen la vida un infierno, comparta el fuego". Por eso es tan fácil encontrarse con el infierno todos los días.
¿Que nos puede ayudar a cambiar? Al menos nos ayuda ser realista:

  • No esperes mucho de la gente. Cada uno tiene sus problemas y batallas... así que no están obligados a hacerte feliz. 
  • Comprende que hay mucha gente menos educada y moderada que tú. Lo más frecuente es que las personas hayan salido de la casa de sus papás bastante mal criaditos. Así que ¿porqué te sorprende que algunos se comporten como marranos sociales (con todo respeto a los cerdos)?
  • Entiende que hay personas -y son muchas- con notables dificultades para manejar el poder. Y mientras más básico es el poder o más ilegítimo es quien lo posee, peor. En mi experiencia personal por ejemplo, nadie peor para manejar el poder que un político corrupto, si me perdonan la redundancia...
  • Se consciente que las pequeñas venganzas derivadas de "no me puedo dejar" con bastante frecuencia no nos convienen. Nadie planea un asesinato en voz alta, y puestos a cobrarnos las cabronadas de otro, mejor planearlas calladitos.

Aprende que el odio nos envenena. Claro que podemos exigir el respeto debido y las cuentas por pagar... pero a gritos, nos pueden confundir con el culpable y no reconocer que somos el inocente.
Pero bueno, veamos porqué envenena la vida hacer las cositas de la lista anterior:

Le dices que no a todo mundo. Colocar límites es una buena tarea personal. Y colocarlos sonriendo y sin dar patadas, todo un arte. Para eso, ayuda mucho entender que antes de negarnos a algo, se trata mejor de explicar las condiciones. A casi todo se puede responder que sí, pero siempre explicando los "como". Hacer ciertas cosas tiene un grupito de condiciones. Pues eso: dile a la gente cuál es el precio. 

Le dices a todo mundo lo que piensas de ellos, con todo detalle y floritura. Sumado al hecho que es poco probable que conozcamos a fondo a todas las personas con las que nos relacionamos, comentar nuestras opiniones personales es potencialmente tóxico. Primero, es probable que a las otras personas no les importe. Y muy seguramente, hay partes de esas ideas que son dolorosas. No todos necesitamos conocer todo lo que debemos mejorar. Seguro que a ti tampoco te gusta. Mira que es un tema básico: vivir y dejar vivir. Hay algunos acuerdos con algunas personas -tu pareja, por ejemplo- pero con lo demás, es probable que esos acuerdos sean muy, muy pocos. Así que cada cual, que haga lo que le de la gana. 

En el caso de tu pareja, mucho más cuidado. ¿Recuerdas aquella cosa que siempre te "cobra" cuando están en crisis? Pues eso. Si le sumas una frase difícil, darás pié para otra cuenta pendiente. 

Tratas a algunos como se merece que sean tratados (a las patadas). ¿Te imaginas el mundo que se construye si a cada cual le damos lo que le corresponde? ¿Te imaginas lo que pasaría si a ti también te cobran todas y cada una de las que has hecho? Pues eso: piénsatelo. 
En general tratamos a las personas como somos nosotros, no como son ellos. ¿Cierto que tú no te peleas a dientes con un perro, ni te lanzas ladrillos con un personaje que es bastante básico? Claro que aquí aparece esa ley social de "yo no me dejo"... pero, ponte un ejemplo: 
Vas conduciendo por una vía, y de repente, una persona te cierra el paso antes del semáforo, te grita y te dice que "ayuda, deja pasar", acompañado de dos o tres opiniones desafortunadas sobre la vida sexual de tu madre. Claro que nos indigna, pero ¿te imaginas si te bajas, le rompes una farola con un ladrillo y pasas directamente a lanzarle el amoblamiento urbano disponible? Claro que nos molesta, y evidentemente es la consecuencia de la distribución democrática de la calle, te encuentras con cada personaje. Pero, usualmente lo mejor es pasar del tipo, dejarlo con su rabieta. A lo mejor hasta le da una angina y le ayuda esa situación a pensar sobre su vida. 
Le responden a los demás tal como te han tratado a ti. Esta es la trampa de la "reciprocidad": fulano me hizo tal cosa, y yo entonces le cobro ésta. Lo que sigue es el el mismo fulano te la cobra otra vez, etc. Se trata del simple hecho que la ley del ojo por ojo no funciona con gente que ves todos los días, como en el trabajo, por ejemplo. ¡Cada lunes sería un incubo!
Dejas claro todos los puntos de una experiencia laboral o personal pasada. Lo sabes bien. Clarificar todos y cada uno de los puntos de mejora de alguien no sólo no sirve para que mejore, sino que te garantiza un enemigo a muerte. Nosotros mismos hemos tenido quizá la dicha de experimentar esos que te dicen: mira, toma lo que quieras de lo que te voy a decir, pero: y enumera cinco o seis cosas que te hacen pensar ¿Y este idiota? ¡Claro que voy a tomar un par de cosas!
Es decir, mira, en el trabajo toca. Pero en la vida ordinaria, nadie te ha nombrado Gerente de Desarrollo del vecino. Cada cual que batalle con sus cosas. 

Sin embargo, lo más importante es buscar no llenarte de ira y de recuerdos y cuentas de las demás personas, porque simplemente te envenena el carácter y además... implica que le estás dando demasiada importancia a alguno que posiblemente no la amerita. Cada cual tiene sus películas, y uno debe entender que los demás no están obligados a vivir por nosotros. Tenemos unos acuerdos mínimos de convivencia o nos esforzamos por lograr establecerlos... y con los que no lo logramos, o aún no ha sido posible, pues un poco de distancia cuando se puede, y cuando no, distancia mental. Y como siempre, un día a la vez. 

@leonardoamayaMD





lunes, 22 de septiembre de 2014

Siendo más que los propios problemas...

Graffiti en una calle de Miraflores, en Lima (Perú). 

¡Mira los filósofos que se encuentra uno caminando! Estaba en un congreso en Lima (que además está increíble y la oferta de restaurantes genial) y me encontré este lingote callejero. De los lingotes de pensamiento, y no de los "lingotes" de perrito de apartamento que se encuentra uno paseando por Parioli, en Roma... Pero este no es el tema. "Sé más que tus problemas" podemos leerlo de varias formas... pero comencemos por la fácil, colocándole la tilde que no quiso poner el autor.
En ocasiones nos quedamos abrazados de forma loca y disfuncional a nuestros problemas, historias interiores, neurosis, etc. Muchas veces, porque ganamos cosas con ellos. Es frecuente llamar a esta maniobra "ganancias secundarias", para que sepas cuando alguien te lo diga, usualmente con intención de insultarte, pero con una alta dosis de verdad.
Si. En ocasiones, seguimos haciendo las cosas raras que todo mundo nos dice que estamos haciendo, que nos generan problemas y nos llevan a sentirnos mal y actuar peor, porque algo pensamos ganar con eso.
Te pongo un ejemplo: haces un show disfucional de telenovela mexicana porque Pedro Manuel, Miguel Antonio o José de las Mercedes no hace las cosas como tú quieres. Y te parece lógico, porque "cómo es posible que no recordara que hoy era cuando yo quería que ..." y escribe lo que quieras.
Resulta que Pedro Manuel no quiere. Le da pereza. Sí, es tu novio pero no tu esclavo. Sí, te quiere, pero también tiene sus pequeños egoísmos. Peor: tiene partido de fútbol. Todo eso. Resulta que con el show, logras que él se sienta mal (con semejante loca, ¿quién no?). A lo mejor hasta viene a ese plan que tú querías. Claro, quizá hace una cara de circunstancias más adecuada para una colonoscopia que para una fiesta, pero vino...
Eso es lo disfuncional. Que te la va a cobrar. Que la próxima vez, se va a inventar una excusa peor, se va a "desaparecer" o se "enferme" muy oportunamente. Y además, le dirá a todo el mundo que eres una loca. No te olvides que los hombres somos bastante más chismosos que las mujeres, sólo que lo disimulamos un poco mejor.
Segunda escena, todos tenemos malos ratos. Sí. ¿Te acuerdas de esas personas que cada vez que tienen un problema se lo hacen vivir a todo el mundo? En ocasiones, esas personas somos tú y yo. Y, ¿sabes que? la gente no tiene porqué aguantarnos. Ellos también tienen sus propias películas interiores. La primera excusa que nos damos, tú y yo, es ¡Pero no lo puedo controlar! Te recuerdo que esa era la actitud que Albert Ellis llamaba la "primera idea irracional": Yo no puedo cambiar.
Pues eso: es una idea, una sentencia, una frase en tu cabeza. Sí puedes cambiar, pero te costará un poco de esfuerzo. Sí puedes hacerlo, aunque tendrás que salirte del show que te has montado y cambiarte la música interior.
¿Y sabes también porqué? porque te complicas la vida, porque sufres tú, porque te haces inmamable y entonces las personas te van a evitar, como tú mismo evitas (y te recomiendo que evites) a la gente negativa, lloricógena y dramática.
Tercera escena: superar los problemas y darles la dimensión que tienen te lleva a una vida más tranquila. Todos tenemos problemas. La vida está llena de esos retos. Difíciles algunos, pero sin duda frecuentes. Enfréntalos. Busca resolverlos. Y resolverlos comienza por tu cabeza, por saber que eres más que las dificultades. Que las dificultades si tú quieres son campos de mejora. Y que en el peor de los casos, las dificultades son una realidad de la vida. Nuestra vida -y nuestro trabajo- consiste en buena parte- en resolver problemas.
Pues eso. A Lima, a la Rosa Nautica a comer un carpaccio de pulpo al roquedal. A las calles de Miraflores, para aprender de la filosofía callejera.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Carpe diem!

Finalmente, sólo se vive un día a la vez
Muchas veces olvidamos que no es la vida lo que es un tesoro, sino lo que llena de sentido ese tiempo. Hay vidas cortas y largas, pero finalmente, sólo se viven un día a la vez.
El pasado no nos pertenece. Es nuestra historia, nos ha construido, pero ocurrió. Pasó. Si queremos, si lo decidimos, nuestros recuerdos son el tesoro del que podemos sacar fuerzas en los días oscuros. Si decidimos mirar lo bueno, si decidimos coleccionar recuerdos y encuentros, y dejar pasar aquellas cosas que sirvieron para aprender, pero recordarlas llevan a sufrir. Quédate con lo aprendido, olvida la historia dura.
Siempre en nuestro pasado hay mucho para volver a mirar. Depende de nosotros elegir esos momentos de luz, que no faltan en nadie. Algunos serán el encuentro con personas significativas. Otros, serán ese destello de paz del encuentro con nosotros mismos. Cada uno tiene su estilo: en ocasiones, es caminar hasta el final de un espolón en Cartagena, sentarte a mirar la enormidad del mar y dejarte llevar por el impacto con esa belleza arrebatadora. Otras veces, es la memoria "andante". Para mi, volver a caminar calles: la mágica Roma y esas callejuelas llenas de arte en las que, de repente, te tropiezas con Bernini. La Cali que me adoptó unos años inolvidables. La geografía agreste de la Guajira, que te hierve la sangre del Caribe. O la fría Bogotá, paseándola por su arquitectura rotunda y plomiza y la sorpresa del sol que explota en medio de una mañana nublada. Depende de ti: tú tienes tus ciudades y tus encuentros.
Tampoco nos pertenece el futuro. Lo vamos construyendo día a día. Hoy. Ese día real que perdemos por estar preocupados en lo que no nos pertenece porque ya pasó o porque aún no ha llegado.
Hoy. Los encuentros de hoy, las personas de hoy, las oportunidades de hoy.
Ya lo decían Buddha, Epicteto, Marco Aurelio... Frankl, Beck, Ellis. Y luego, medio mundo. Hasta yo.
@leonardoamayaMD

sábado, 30 de agosto de 2014

Esa gentecita que vas conociendo...

El tiempo no es lo que te hace madurar. Es el contacto con las demás personas, que poco a poco te van haciendo más duro, más frío, más cabrón, más hijodeputa. 
Comentario filosófico-etílico
El Old Parr es, en mi amplia experiencia personal, una fuente insondable de filosofía. De hecho, luego de la primera botella suelo imaginarme que estoy bebiendo con Kant, Sartre, Marco Aurelio. Y de repente, me despierto con ideas geniales. Pero esta vez no fue así, alguien comentó la frase que encabeza este escrito de forma clara, organizada, explosiva y gangosa. En medio de los problemas de articulación con los que esta persona luchaba, el pensamiento brotó como brotan los granos en la adolescencia: de forma imprudente e inesperada.
Este es el verdadero origen de la construcción de la identidad, y el santo grial de la psicología del desarrollo: son los demás los que te van construyendo*. ¿Te acuerdas de ese novio querido, detallista y de corazón de oro? ¿el que ahora es un puto sin corazón que maltrata psicológicamente a su novia? ¿Te has preguntado qué le pasó? Pues que tú, la otra, aquella y la de más allá lo trataron como una basura, le pusieron los cachos y lo dejaron botado en un callejón. Así llegó a ser el cabroncete de ahora.
¿Te acuerdas de Luisita, la niña linda del colegio, que te trataba bien y que parecía un sol de mujer? ¿la que ahora es una perra sin corazón que apuñala al que puede? ¡Le pasó lo mismo! La trataron como una basura, la dejaron plantada en las mejores fiestas y no la invitaban a divertirse.
¿Te acuerdas del buen amigo que siempre estaba allí cuando lo necesitabas, el que no te juzgaba y siempre era un consuelo en los problemas? ¡siiiii! es el hijodeputa insensible que le importa un pepino los problemas de los demás y que de vez en cuando usa técnicas de tortura psicológica que ya le podrían dar un PhD en la Guantanamo Army University.
Pues eso nos pasa a todos, a unos y a otros. La batalla es intentar encontrar el equilibrio entre ser una persona que piensa que lucha por ser valiosa y que sabe darse su valor, colocar puntos de respeto y marcar fronteras cuando toca. En general es una buena idea ser una persona que "vale la pena", sensible a los problemas de los demás, dispuesto a poner su parte cuando hace falta ayudar a los otros, actuando de forma generosa con su tiempo y su conocimiento. Pero... con unos límites mínimos. Lo regalado no suele valorarse: si das de forma ilimitada, muchas personas darán por descontado que siempre estás disponible.
El truco de los trucos: actuar de cara a tu conciencia, y saber que por el mundo hay mucho cabroncete suelto. Así que aprende a dar con la gente que vale tu esfuerzo, y prepárate para aclararle límites a uno que otro cada semana. Pues eso. Psicología del desarrollo.
@leonardoamayaMD

* Un poco se seriedad: la teoría de construcción narrativa de la identidad es un campo teórico y experimental apasionante con notables aplicaciones en múltiples áreas de la práctica psicológica. 

miércoles, 27 de agosto de 2014

La importancia de darse importancia

Claro que no me creo superior que los demás, pero sé que soy superior a ti.  
—Comentario en un pasillo universitario
Estas son las cosas que uno escucha cuando está llegando a dar su clase en la Universidad. Sabiduría pura. Y esta frase ayuda para el tema de hoy.
Nuestra cultura demanda una virtud de origen cristiano: la humildad. Como es una propuesta religiosa, es un ideal que difícilmente se pueden cumplir y muchas veces quienes menos la viven son los líderes religiosos. Mejor dicho, como muchos políticos, que son los primeros en prostituir la ley. 
Hace un tiempo, en una reunión rarísima a la que asistí, coincidí con un Obispo que me contó una breve historia: en su Catedral acudía un feligrés que "comentaba" las homilías del predicador, y de vez en cuando gritaba, para apuntar una propuesta: "Eso, que se lo apliquen los curas".  
Sin embargo, como ideal ha llegado a la cultura de un cierto modo sobredemandante y contradictorio. Muy frecuentemente sabemos que hay cosas buenas en nosotros, pero "algo" nos impide reconocerlo. Si alguna persona nos lo dice, nos sentimos obligados a decir: "no, no es para tanto" e incluso lo negamos. Pero, en la práctica nos sentimos superiores a los demás por la posición que ocupamos, por el dinero que tenemos o por nuestras cualidades que no reconocemos en público. Nada más soberbio que una persona humilde, porque no se "reconoce" superior, pero sí se asume como superior. 
Claro, hay otro extremo loco: la persona que se cree y actúa como superior, maltrata a los demás y se siente por fuera de la ley y no tiene nada en la cabeza. Pero hoy no es tema hablar de los políticos. 
Se trata más de las situaciones que nos hacen sufrir porque sí actuamos como "humildes", pero de una forma inadecuada y contraproducente para nosotros. 
Comienzo por clarificar que ser buen tipo, ver en los demás el valor y no maltratarlos es lo mínimo que se espera de una persona relativamente decente, y es totalmente compatible con saber y reconocer las propias habilidades y logros. 

El sano egoísmo

Si tú no piensas en ti, entonces nadie va a pensar en ti. Entregar algo de nuestro talento y dinero generosamente a personas que lo necesitan es una tarea indudablemente loable. Pero, entregarnos nosotros, de forma acrítica, irrestricta e incondicional es una práctica muy peligrosa. 
¿No te acuerdas cuando lo haces? te pongo un ejemplo: en esos romances locos en los que estás siempre disponible para el otro, nunca hay un no. Lindo ideal: es un ideal. Pero como práctica, muy peligroso. Recuerda que no sabemos valorar lo que está en promoción, y si estás siempre en promoción... ya ves lo que pasa, los otros empiezan a considerar que eres un producto muy barato y de difícil venta. 
Cuando lo hacemos en las relaciones de pareja, cometemos un grave error que se paga caro: cuando quieras poner tu valor donde debe estar, los demás no te creerá y entonces serás una persona difícil. Pasas muy rápido de ser la generosidad encarnada a ser el diablo encarnado. 
Otras veces, nos ponemos en promoción con amigos cercanos y menos cercanos, y entonces nos acaban tratando como idiotas, abusan de nosotros y luego nos extrañamos de su conducta. 
Vamos a decirlo claro: esa conducta TU la generas. ¿Y eso? Porque un buen número de personas asumen que ser sencillo y no darse demasiada importancia es una señal de debilidadComo idea es maravilloso pero en el mundo real si tú actúas así tu vida será muy complicada. También porque todos tenemos necesidades básicas, porque para poder lograr cosas significativas tendrás que empujar puertas, personas e incluso abrir cabezas. También se trata de no confundir la sencillez con la sencilla falta de carácter. Una cosa es reconocer que tú vales la pena y que eres bueno en algunos campos, y otra suponer que por eso tienes derecho para atropellar a los demás. Reconoces tu valor y reconoces el de los demás sin por eso deteriorar el tuyo. 
Evidentemente en la historia han habido personajes con una gran capacidad de entrega... Pero son dos o tres personajes muy especiales: La madre Teresa de Calcuta, y personas por el estilo. Y si tú no estás en la disposición de atender leprosos en la India, pues no te pongas a entregarte al tiñoso de al lado, que puede resultar un cabrón bastante desagradecido porque él sí lo tiene claro. 
No conozco muchos más. Incluso algunos que se autoproclaman como humildes son personajes bastante pagados de sí mismo conozco a alguien incluso alguno que se logró hacer declarar santo y logró que lo enterrarse en una tumba de mármol. Mira tú la humildad. Es como la de esos políticos que se horrorizan cuando se habla de corrupción y hablan de su limpieza del mismo modo como hablaría de virginidad una señorita de la calle. Con perdón de las señoritas de la calle, que por lo menos trabajan. 
No propongo que seamos unos cabrones egoístas que sólo pensamos en nuestro beneficio y nos olvidemos de la gente que nos rodea. Pero has voluntariado con gente que de verdad lo necesita. Te garantizo que muy probablemente ninguno de tus novios ha estado en condiciones de ser atendido pro una ONG. No seas tú una ONG de un sólo cliente. 

Vamos a ser realistas...

Mira que todos pensamos siempre en nosotros mismos y eso no es malo. Nuestra vida está llena de intercambios. Nos reunimos con amigos agradables que nos divierten la velada. Cuidamos la amistad de personas que nos aportan. En el peor de los casos nos reunimos con algunos que son simplemente gente bonita porque bueno, son un adorno humano que habla. 
No significa desconocer a las personas que no nos pueden dar nada, pero incluso ésas nos dan algo: cuando atendemos a alguien que no puede pagarnos, cuando ayudamos en una ONG, etc, éstas personas nos hacen sentir una sensación bacana que deriva de hacer algo generoso y por aportar un poco a que este mundo sea mejorcito. Pero intercambios, todo el tiempo. No te equivoques de ONG. 

La sana soberbia

No te olvides que las personas todas, tú, yo, el señor de la esquina, interpretamos la conducta de los demás. Así funciona el mundo y nuestra mente. Y esa interpretación puede alejarse bastante de la realidad, y esos errores pueden ser también por culpa tuya. No basta con ser bueno, también hay que parecerlo. 
El problema es que la humildad está bastante subvalorada y las personas suelen verlo como debilidad, falta de carácter, propia de personas con baja autoestima, manipulables, disponibles... sigue tú. Un cierto número de personas te verán como un idiota, y así te tratarán: si eres muy generoso con tu tiempo, no te valorarán y te dejarán esperando con frecuencia. Si eres muy generoso con tu afecto, te verán como una persona poco exigente para el amor o la amistad. Si eres dadivoso con los halagos, los tomarán como poco valiosos. Y "esa gente" no son sólo los demás: así somos también nosotros. Piénsalo y te darás cuenta. 
Una sana soberbia se refiere realmente a realismo. Se trata de reconocer y valorar las cosas buenas que eres y tienes. Se trata de valorar tu propia persona y tu compañía y conversación.  Se refiere a de verdad reconocer que posiblemente no vales más que las otras personas, pero está claro que no vales menos.

El sano me ne frega niente

"Me ne frega" es más que una frase y se convierte en una actitud en Italia. Se trata de la habilidad para dejar que las cosas pasen y adquieran su propia dimensión. Lo que opina la gente de ti es eso mismo: una opinión. Lo que importa es lo que piensas tú sobre ti. Claro que nos sirven los comentarios de los demás como apoyo, algunos son verdaderos aportes de mejora, pero una buena parte son juicios parciales, incompletos, injustos e incluso pura basura. Mientras los oyes, te puedes poner música ambiente. Esto también es tener claro que nadie te conoce tan bien como tú mismo. 

Pues eso. A pensar lo que tienes y ¡no te pongas en promoción!
@leonardoamayaMD


domingo, 17 de agosto de 2014

Bienvenidas y despedidas

Viendo novelones ingleses...

Sir Richard: “I’m leaving in the morning Lady Grantham. I doubt we’ll meet again.”
Countess Violet: “Do you promise?”

Sir Richard: —“Me voy en la mañana, Lady Grantham. Dudo que nos volvamos a ver”
Condesa Violeta: —¿Lo promete?

Diálogo de la serie de época Downton Abbey (http://www.itv.com/downtonabbey)

Siendo realistas realistas, nuestra vida es un proceso de bienvenidas y despedidas. Nos toca dejar atrás a personas que han sido significativas y otras que han sido tóxicas. Nos deja gente que querríamos a nuestro lado para siempre y grandes promesas de futuro no se cumplen y entonces debemos alejarnos o dejar partir para que esa persona y nosotros mismos tengamos una nueva oportunidad con nuevos protagonistas. 
La gente va y viene de nuestra vida. En ocasiones, esas personas nos han dejado una marca duradera en nuestra historia y en nuestra vida, y aunque hubiéramos querido conservarlas a nuestro lado se alejan simplemente porque los caminos se dividen y cada uno emprende una ruta.
Es una situación que resulta dolorosa y que forma parte de esas experiencias que simplemente ocurren y no podemos evitar. Forma parte de la experiencia vital. En ocasiones somos incluso nosotros los que nos marchamos porque tenemos nuevos retos, porque tenemos un camino que seguir y que implica abandonar historias, ciudades y personas.
Hay una gran ventaja: algunas personas significativas y valiosas quedan para siempre, y podremos experimentar reencuentros memorables, donde recomenzamos una conversación interrumpida hace años con la sensación de haberla interrumpido ayer. 
En otras ocasiones esas personas que se separan de nosotros son el fin de una esperanza. Se trata de esas apuestas vitales que son importantes para construir una vida, y en las que algunas veces ganamos y en otras resultan tan debajo de las expectativas que lo adecuado es cerrar ese capítulo.
Sin embargo siempre es un reto el dolor de las despedidas. Así, en ocasiones el temor a ese dolor nos conduce a actuar de formas poco realistas o nos empuja a que tomemos decisiones en las que perdemos. Hay un momento en que no se debe apostar más y simplemente toca dejar el juego y cambiar de mesa.
Algunas veces se nos olvida que las apuestas tienen un final: apostamos para que una relación prospere, pero llega el día en que las posibilidades ya no son realistas y toca perder lo perdido, y conservar algo para otra apuesta. Algunas veces nos quedamos en una relación tóxica, en lo que no fue, por temor a la soledad. Todos sabemos que tocaba irse antes, que es mejor un momento de cierre y seguir adelante que permanecer con una persona que te hace sentir peor que estar solo.  
Si nos quedamos allí y seguimos invirtiendo nuestras emociones y nuestro tiempo acabaremos haciéndonos daño y perdiendo más de lo que deberíamos perder. ¡Hay que emprender la próxima apuesta antes de perder hasta los dientes!
Un rato sólo después de la apuesta es un buen momento para revisar el “casting” que haces, reorganizar tu vida y tus prioridades, y ¡Volver al juego!

@leonardoamayaMD

sábado, 26 de julio de 2014

Orgullo herido y otras trampas del estilo...

Muchas veces pagamos demasiado por vengar un orgullo tonto
Nuestra cultura es muy demandante en cuanto a las "ofensas al orgullo". En principio, nos sentimos heridos, sufrimos y... hacemos tonterías cuando alguien no nos respeta como "es debido" o se salta una de las normas básicas de convivencia. En algunas ocasiones incluso somos nosotros mismos los que hemos inducido a determinadas respuestas de los otros que parecería debemos soportar, o incluso otras veces, simplemente la vida hace que nos toque tolerarlo.
¡Vamos por partes!
Primero, a tener claro que no se sirve "reclamar castigos" por orgullo, al menos la mayor parte de la veces. Piensa en la última vez que armaste una guerra campal para demandar el respeto debido. ¿Te sirvió verdaderamente de algo? Ven, piénsatelo otra vez.
Si yo hubiese respondido con lo que me pasa por la cabeza cada vez que pienso que alguien me ofende, habría perdido discusiones, negociaciones, contratos, amigos, etc. De hecho, en el dinero que te pagan cuando apoyas una negociación, la mayor parte es una compensación por escuchar cosas que no te gustaría oír, y que muy probablemente es injusto o inexacto. Te lo digo más claro: mi corazón, en esos casos, está en Bancolombia. He escuchado impasible a personas decirme cosas objetivamente injustas, claramente ofensivas e incluso directamente tonterías. Y mientras, música ambiental: chin, chin, consignación que me voy a ver arte a París.
Muchas veces las personas dicen estas cosas porque no tienen a quién más decirlas. Una vez en una población pequeña y pobre, gobernada por una caterva de malandros (como suele pasar en casi cualquier población colombiana) una señora muy pobre de la comunidad me dijo todo lo que consideraba duro de su vida como si yo pudiese hacer algo o fuese responsable. Claro que me molestó un poco por dentro, pero ¡Esa mujer no tenía a quién más decirlo! Otra vez quien me dijo de todo fue la "autoridad" local, pero bueno, yo le había dicho lo que pienso de los políticos, así que lo mínimo que debía pasar es que se ofendiera. Cualquier político que escuche lo que pienso de ellos tiene todo el derecho de sentirse mal. Esa es la verdad. ¿porqué me iba a molestar? Claro que gritó y se comportó terrible, pero... ¡era un político! No puedo esperar menos. ¿Si te muerde un perro por patearlo es culpa del perro?
Pues eso nos pasa también en ambientes más sanos, como en nuestra relación de pareja o en nuestro grupo de amigos. Mira, si le llevamos a las personas las cuentas de todo lo que nos pasa, no soportaremos a nadie. Hace un tiempo estoy en una negociación con otras personas. Mis "opositores" son personas de carácter que, lógicamente, negocian del otro lado de la mesa. Si cada vez que termina la reunión nos mostramos los dientes, ya hubiese renunciado o estaría medicado. No somos los mejores amigos, pero una vez terminada la reunión, nos despedimos y de verdad les deseo lo mejor en sus vidas. Simplemente estamos en lados opuestos de la mesa.
Pues eso y mucho más con las personas cercanas. Todos tenemos malos días, todos tenemos en ocasiones terquedades y bobadas, y alguna vez diremos más de la cuenta. El arte de la convivencia es muchas veces callar, tragarse algún juicio y "dejar pasar" por algo superior a la discusión misma.
¿El consejo de peluquería?
1. La tranquilidad es una decisión. No importa tanto lo que la gente diga o piense de ti. Lo que importa es lo que tú piensas de ti mismo. Y finalmente, no lo puedes controlar.
2. Todos tenemos derecho a un mal día. También los demás.
3. A lo mejor... tú tienes la culpa. Y no pasa nada porque alguna vez te equivoques.
4. Mañana será otro día, y en la vida, todos los procesos son largos: lo que importa no es lo que pasó hoy sino lo que pasará mañana.
5. Esa persona que hoy te molestó es posiblemente una buena persona que también tiene sus problemas. Raramente te encuentras con un demonio en carne viva.
6. Odiar te envenena a ti mismo. Deja que la vida se encarga de cada cual. También a uno mismo le da sus lecciones.
@leonardoamayaMD

miércoles, 16 de julio de 2014

Los errores de casting contra-atacan

En homenaje a tus parejas que no funcionaban... y lo sabías desde el primer momento
Una buena parte del sufrimiento que proviene de nuestra vida afectiva depende de personas que hemos elegido. Sí, nosotros mismos. Pero, las hemos elegido mal desde el principio y nos pasamos meses y años intentando negar la realidad y buscando cambiar rasgos claves e inamovibles de esas personas. Así, nos llenamos de frustración y luchamos intentando que una piedra aprenda a volar, hasta que finalmente nos damos cuenta que no tiene sentido esa batalla y le decimos en perfecto francés ¡A la merde! a ese imbécil / esa loca.
Como es evidente, se trata de al menos este grupito de errores graves:

  • Hacer un mal casting, con personas que no cumplen nuestros requisitos más básicos. 
  • Elegir al peor o por lo menos, al equivocado.
  • Empeñarnos tontamente en cambiar lo que no se puede cambiar
  • Persistir en el intento de cambiarlo más allá de lo sensato y cuando ya tienes claro que no sirve para nada
  • Procrastinar y dejar que pase el tiempo al lado de ese fracaso de relación
  • Finalmente echarlo / botarla y pretender que no te duela, y sufrir porque se fue, y culparte por lo que no puedes cambiar de esos errores

Vamos a darle una repasadita a cada uno, para ver si tú y yo aprendemos finalmente:

Hacer un mal casting

Vamos a ver. Esto suele comenzar porque asumes a) que no soportas estar más tiempo sin compañía. b) piensas que no existe la pareja que estás buscando c) decides que realmente puedes cambiar a la gente.
Y son tres errores graves. Primero, el problema mayor no es estar sólo. El problema más grave es estar con alguien que te hace sentirte sólo. Peor aún, es estar con alguien que te hace desear estar sólo. Luego, efectivamente la persona ideal sólo existe en nuestra cabeza loca. Pero, tampoco se trata de entrar en desesperación y quedarte con lo que sea. Es parecido a ir al supermercado y encontrar que no hay manzanas de las que te gustan, y entonces tomas una lechuga podrida. Y el peor peor de todos, pretender cambiar a la gente. No funciona, ya lo sabes. ¡Lo has intentado tantas veces! la gente cambia poquito, con mucho esfuerzo y habitualmente con un buen grupo de sesiones de psicoterapia.

Elegir al peor

Esto es buenísimo. Por algún motivo límbico que no es este el lugar de explicar, nos encanta el misterio y el riesgo. Entonces, determinamos enredarnos con el tipo que sabes que de milagro no intentará violarte en un callejón porque se dedicará a torturarte lentamente cada día, o a la loca de hospitalización que pide a gritos ser internada en una clínica y ahogarse en Prozac. El rollo va más allá: nos sorprende que esas personas nos hagan sufrir. ¿Porqué?

Empeñarnos en cambiar a la gente

Mira, cambiar, con psicoterapia o una lesión del lóbulo temporal con un riel de ferrocarril. Las demás personas que nos rodean, aceptarlas como son, aprovechar su lado bueno y mirar para otro lado cuando hagan las cositas que ya sabes. Claro que suena a conformismo: es que tienes que sumarle a esto acuerdos en lo básico. Pero cambiar, lo que se dice cambiar... sabes que va a pedir años de años. 

Persistir en intentar cambiarlo

¡Pero por Dios! Gástale esa energía a lograr acuerdos con ese personaje, o a cambiarlo por otro. 

Procrastinar y dejar que pase el tiempo

Una vez que has visto claro que con ese personaje no es... ¿Porqué demorarse en botarlo / echarla? Porque nos da miedo estar solos un domingo. Porque tenemos dolor de perder una compañía. Mala compañía, pero compañía al fin y al cabo. El problema es que sufres, y pierdes el tiempo. Y mientras pierdes el tiempo, llegan otros castings en los que no te metes. ¡A la calle!

Acabar con lo que ya está terminado y pretender que no te duela

Nos acostumbramos a todo, incluso a las malas compañías. Nos acostumbramos y hacemos planes que, finalmente, no ocurren. Pero, alimentamos nuestra cabeza con ese icopor de planes falsos. Y entonces nos duele por eso que está en nuestra imaginación y no en la realidad, porque no ha pasado, porque es un plan que muy probablemente no es posible, porque con ese personaje, no es... Es normal que nos duela un poco, pero piensa que era el momento de ver otras opciones. Hay riesgo, como en todos los temas importantes de nuestra vida, pero precisamente porque es importante, el riesgo vale. ¡Piénsatelo! y a pasar página. 
@leonardoamayaMD

miércoles, 9 de julio de 2014

Citando a Felipe Santos: de "tusas" locas y cosas así.

Aunque te quiero, ya no quiero verte
Felipe Santos @felipesantosm

En estos días, estaba revisando frases de la gente que sigo en twitter. Y me encontré este lingote de sabiduría del cantante Felipe Santos. A quienes no lo conocen, les recomiendo comenzar por este video: http://youtu.be/ngQLO94aikQ. Cuando quiero conmoverme por tragedias que NO me han ocurrido, lo oigo una diez veces seguidas.
Vamos a seguir con la frase sabia. Aunque te quiero, ya no quiero verte. Mejor dicho, el camino a una "tusa" loca. Querer y estar atrapado por una persona en la que estamos en una relación disfuncional, tóxica y loca.
Tú lo sabes bien y quizá lo has vivido. Esa personas con la que logras una química demencial: dos buenos componentes quizá, pero que juntos generan un ácido corrosivísimo, un veneno de muerte lenta o una sustancia ansiógeno-depresiva que te llena hasta el último capilar.
Pero, sigues allí. Quieres seguir con él o ella, "darle una oportunidad". Y cuando te lo planteas, te advierten del peligro tus amigos cercanos, tu madre, el portero del edificio, tu terapéuta y hasta una señora que viene de hacer mercado y te ve de lejos las intenciones suicidas. Tú mismo te das cuenta y te saltan todas las alarmas. Tu propio cerebro te dice: "hey, eso va a doler", como cuando te montaste por primera vez en patines en una pendiente hacia abajo.
Incluso más drama: YA te ha dolido bastante antes, cuando rompiste, cuando estuviste sin él o ella, cuando pensaron darse una oportunidad, cuando se la dieron, cuando volvieron a romper... y ahora que piensas hacer la tontería de pegarte de frente contra una pared que ya conoces.
En esas ocasiones, te vienen a la cabeza cositas tóxicas como éstas, un...

Pequeño inventario de la tortura auto-infringida y suicida

"Pero es amor"

No. Son varias cosas: la adicción química que genera el enamoramiento. Puede ser también la costumbre. Puede ser el miedo a estar solos un tiempo. También puede ser una mirada desbalanceada de la realidad: observar lo bueno y dejar que la fantasía del "amor" suavice lo malo.
No conozco a nadie que sea una bola total y absoluta de maldad. No pienso que existan: incluso Hitler quería a sus perros, hasta que los mató. Los mató por amor, hay que decirlo. Las personas somos una bella mezcla de oro y mierdita. Cosas bacanas, defectos abominables y todo lo que hay en el medio. Así que es normal que el recuerdo de las cosas buenas de una persona nos golpee y... nos olvidemos de las cicatrices y magulladuras de las malas.

"El amor lo supera todo"

Por favor... ¿de verdad te vas a dejar autoengañar por eso? Nos gustaría, sería un buen mito y quizá el tema de fondo de una película super lloricógena y romantitóxica. Tu sabes bien que no. El amor no supera muuuuchas cosas. Supera algunas poquitas, muy específicas. Incluso algunas grandes. Pero todo, no. Sí, te gustaría. Sí, es un mito lindo. Sí, es un ideal. Yo también sueño con cosas ideales, como bajar de peso sin dejar que comer como un tiburón ballena en temporada de focas, pero no. Ese no es el mundo real. Piensa en el casting, si tiene que haber un perturbado mental en tu relación, procura ser tú. 

"Esta vez sí lo vamos a lograr"

Mmm... Esto pertenece al grupo de la ludopatía. Si te gusta ir a Las Vegas, y acabar sin camisa, ok. Es una apuesta, y como toda apuesta, implica asumir un riesgo: en ocasiones alto. En otras, muy alto. En algunas apuestas, una verdadera locura. Pues, no te olvides que en las apuestas, la Casa tiene ventaja, y tú no eres la Casa. 

"Voy a poner todo de mi parte"

Esto lo podríamos llamar "sobre-inversión". Es parecido a tener un negocio que está en crisis, y colocas unos cuantos millones. Se pone peor, y metes allí tu hipoteca. Se hace crítico, y entonces apoyas con tus ahorros. Pues eso. Piénsatelo con calma si vale la pena de verdad...

"No puedo vivir sin él o ella"

Si alguna vez lo has pensado, esta idea te ha llevado al borde del abismo y has dado un paso adelante. Usualmente a uno le da un poco de vergüenza caer en una trampa tan vieja, pero así somos. Claro que nos duele, claro que es difícil en algunas ocasiones, pero sabes que sí puedes vivir con esa persona. En algunas oportunidades simplemente te da pereza lo de salir a hacer un nuevo casting... Pero vivir, vivir, sí lo logras. Algunas veces, la frase es mejor: ¡Debo vivir SIN esa persona! 

"Nunca volveré a encontrar una persona igual"

¡Menos mal!

"En estas cosas, hay que seguir el corazón"

Tú sabes que no. Hay que seguir la corteza cerebral, y no te olvides que el corazón es un músculo hueco lleno de sangre. Deje así. 
@LeonardoamayaMD

lunes, 23 de junio de 2014

Facebook, stalkers y la limpieza de primavera

Borrar o no borrar: he aquí el dilema... (Que pena con Hamlet)
Facebook es en ocasiones como ese armario de la cocina donde tienes cosas valiosas que habías olvidado, venenos que ni sabías que tenías, incluso te encuentras con la mala experiencia de incluso una rata muerta. También están -el armario y facebook- llenos de cosas viejas que pensaste alguna vez usar, etc. Y como en el armario, de vez en cuando toca ordenar el teléfono y facebook.
Algunas cosas las borrarás -y botarás- porque realmente no la usarás nunca, y si la vuelves a necesitar, entonces te buscas otra nueva. Otras te conviene botarlas porque son tóxicas. Por ejemplo, esa pareja antigua que de vez en cuando espías y te hace sufrir otra vez. Otras cosas y personas es bueno sacarlas porque te estás llenando espacio... y haciendo perder el tiempo. Ésas son las que pueden doler, porque siempre hay esquinitas de la esperanza, pero seamos prácticos: ¿De verdad piensas que te vas a poner otras vez esos jeans? ¿Realmente piensas que esa persona va a dar más de lo que ya dio?
Algunas cosas las dejas porque para qué sacarlas: son aquellas personas que no aportan mucho a tu vida, pero son gente buena que tarde o temprano te gustaría tratar más. En el armario viene a ser como ese reloj clásico que no te vas a poner hoy, pero que de vez en cuando acaricias y te trae recuerdos.
Vamos a ver si te sirven estos consejitos prácticos, para comenzar la semana en la peluquería:

A quién sacas, y porqué lo sacas

El objetivo de la vida es ser feliz. Y a falta de felicidad, estar tranquilos. Y para estar traquilos, toca tener una cierta dosis de mala memoria. Así, si estás de acuerdo con lo que te acabo de decir, Sacas a quien te duele ver. Sacas a la persona que te hiere cuando te encuentras en la calle o cuando la ves en una foto. A lo mejor con el paso del tiempo no te afectará, y entonces, podrás actuar como un espía y hurgar en la basura de los demás (en facebook, me refiero). Pero quizá entonces, tendrás otras cosas que hacer y ya no te importará. 
Al principio duele un poco, porque solemos conservar el dolor de lo que no fue. Las telenovelas nos han ayudado mucho a eso, a llenarnos de pendejadas irreales que nos hacen sufrir. Para ser claro: lo que duele, fuera. Y bloqueo y todo. Pero ojo, lo que duele y ya no tiene sentido, lo que duele y no tiene futuro. 

A quién dejas, y porqué lo dejas

Evidentemente dejas a las personas que son valiosas. Dejas a los que han sido valiosos y ahora están lejos o la relación no pudo seguir más adelante, pero no te duele ni hay algo turbio que prefieres olvidar. Guardas recuerdos que de vez en cuando ayudan en la vida, ojeando los años pasados.
Guardas lo que tiene esperanza realista, la gente de la ciudad que querrás visitar y esos amigos grandes que están quizá a 8 horas de avión pero a dos latidos del corazón (¡Huy! que poético). Pero lo guardas su esos recuerdos te sirven de apoyo para seguir adelante, con tu vida tal como esas personas siguen con sus vidas.

Controlando los impulsos locos

En ocasiones, sacas gente porque te dan impulsos locos que no tienen sentido. Cuando son personas con errores de casting graves: esa gente que sabes que no está cerca de ti, de tu mundo, de tus posibilidades y sin embargo intentas cambiar la realidad. Si no te genera impulsos locos de mirar, curiosear, comunicarte, etc., las puedes dejar, como un adorno exótico que no pega mucho en tu casa pero le da algo de kitsch. Peeeero, si esa persona no tiene sentido o en este momento no parece tener ningún futuro, y, condición 2, te da por hurgar en la basura... pa' fuera y bloqueado. 

El pequeño espía que todos llevamos dentro

Espiar tiene su encanto, y facebook nos permite hacerlo en muchas ocasiones. Si es algo lúdico, es decir, una pequeña diversión enferma que no es delictiva ni afecta la salud, adelante. Pero, si hurgas en la basura, tocando las ratas podridas de tu pasado o la caquita de diversos otros animales... búscate un mejor plan. Pa' fuera, bloqueado.

Vamos a lo básico-básico

Hay algunos criterios que son difícilmente discutibles. Nos ayudan a tomar esas decisiones difíciles que son... tan fáciles de aconsejar pero tan complicadas de vivir. Te cuento:

  • Ir a lo básico: ser feliz. Este es el criterio clave. Si estás de acuerdo con esto, ya te resultará más fácil determinar uno que otro que debe irse. Si algo no funciona, lo llevas al taller una o dos veces. Pero si no se logra... a la basura y entonces a buscar algo que esté en promoción. 
  • Ir a lo básico: evitar lo tóxico. ¡Otro punto clave! Pasa con algunas serpientes, pasa con las personas: esas caras que quieres, no quieren, puedes, no pueden, y así hasta que te entonteces y dejas de valorarte y comienzas a regalarte... y entonces, te quedas en tu versión barata. Ya lo sabes, deja pasar el problema, y si no, deja pasar al problemático. 
  • Ir a lo básico: no perder el tiempo. La política que aprendimos en el colegio: lo que no sirve, que no estorbe. En ocasiones nos quedamos detenidos emocionalmente en una relación que no funciona, que no avanza, que es... una pérdida de tiempo porque ni sales del mercado, ni te metes en la canasta. Ya lo sabes: no están en el mismo momento, cosas así. Pues es probable que el personaje ni considere el plan... porque pareces en promoción. Y lo peor: tú te has puesto en promoción y así te tratan. 
  • Ir a lo básico: hay que reponer el mercado de vez en cuando. ¡Super básico! Uno no queda atrapado en la misma gente de un día para otro: va ocurriendo poco a poco cuando dejas de buscar, cuando dejas de moverte. Y pasa como con las verduras: se acaban o se pudren, y entonces, a volver al mercado y dejar el resto en el tanque del reciclaje. 
  • Ir a lo básico: los buenos amigos también se equivocan. Una medida de prudencia: se saca a uno que otro, pero un aseo general en el que limpias más del 15% habla más de tus propios problemas para elegir a la gente que de la gente misma que sacas. Es un problema de como estás diseñando tu casting... porque resulta que también a la gente hay que darle alguna oportunidad. Pero, no tantas. 
  • Ir a lo básico: la gente viene y va de tu vida. Pocas personas son eternas, y esas, incluso tampoco lo son. Acéptalo. Alguna vez vas a sufrir, y algunas veces es mejor sufrir un poco. No lo conviertas en un drama, es una tarea administrativa. No se trata de insultar a los que alejas por un tiempo, se trata de limpieza de verano. 
  • Ir a lo básico: no es un drama. Es lo normal. La gente pasa, tú tienes algún duelo, otros llegan. Esa es la vida, todos pasamos por allí, en ocasiones con duelos que se resuelven con la ayuda del Dr. Buchanan's Master, en otras, con el Dr. Máster en psicología. Pero duelos, todos. Eso es la vida, el mundo no se termina.
@leonardoamayaMD


martes, 17 de junio de 2014

Budismo de oficina - 3

Libérate de la necesidad de ganar
Ésta necesidad sí que es la madre de todas las rabietas y rollos en la oficina. Todos hemos alimentado más o menos un ego que se hincha como sapo en muchas ocasiones.
Vamos a entendernos, no significa no establecer unos estándares, unos precios de acuerdo a cierta tareas, sino a esa tendencia a sentirnos ofendidos y declararnos en drama cuando no ganamos en una proposición, cuando alguien no está de acuerdo con nuestra postura, etc.
Mira, si el objetivo es llegar a una solución, en muchas ocasiones será la suma de varias posturas válidas y el acuerdo de intereses diversos. Y si se trata de ganar una propuesta, pues el objetivo no es tu satisfacción emocional y reconocimiento, sino la firma de un contrato y la consignación en un banco. Así de simple.
Déjame me salgo un poco del tema: también pasa en la vida en pareja, en las situaciones afectivas. Entramos en histeria porque no logramos una determinada cosa. Entonces, quedamos como una persona perturbada candidata a la "doble H": hospitalización psiquiátrica y Haloperidol en el café de la mañana. El tema es lograr lo que quieres, no que te "den la razón". Y sin embargo, nos enganchamos en la cosa loca de batallar por ser la mente más clara y veraz de este lado del Atlántico.
Mira que la idea es clara; no se trata de renunciar a ganar, a lograr metas, a batallar por tus objetivos. Se trata de vencer la necesidad: el "debería ser" "siempre me deben dar la razón" "yo en esto no me equivoco" y así hasta el infinito y más allá. Vámonos a la pregunta básica: ¿te ha servido alguna vez? ¿quizá hay formas más fáciles y menos conflictivas de lograr lo que buscas? Pues eso: la mejor rabieta es la falsa: la que armas porque estratégicamente te conviene. Y la mayor parte de las veces, sin rabieta es mejor. Pues eso.
@leonardoamayaMD

martes, 10 de junio de 2014

Un para qué

El que tiene un para qué, aguanta cualquier cómo
V. Frankl, citando a Nietzsche (1).
Pues mira. Nada menos que Nietzsche. Pero, la voy a comentar de un modo mucho más al estilo de los consejitos de peluquería que con la profundidad y fortaleza de "El Hombre en Busca de Sentido". Si no te lo has leído, es un buen momento de plantearte comprar el libro.
Vamos por partes. En las organizaciones, se suele planear con un esquema semejante a este:
  • Objetivos
  • Metas
  • Acciones
Se trata de trabajar fuertemente en definir cuál es el propósito alto, qué se quiere llegar a ser. Muy seguramente este objetivo, si está bien pensado, es amplio, grande y difícil de lograr. Así que requiere mucho trabajo, y metas intermedias. Entonces, se trabaja en definir las metas, un poco más concretas y evaluables en periodos más cortos de tiempo, por ejemplo, semestrales. Para alcanzar esas metas, hace falta llevar a cabo acciones repetitivas, continuas, una y otra vez durante un cierto ciclo.
Evidentemente no se trata de organizar la vida como si cada uno de nosotros fuese una planta de producción de químicos, pero, ese "para qué", grande, la razón que pensamos da un sentido integral a nuestra vida, sí que ayuda.
Una cosita importante: ese "para qué" debe ser tuyo, personal: organizar tu vida dependiente de otro es una bomba de tiempo. Planes vitales como "mi matrimonio ideal" te garantiza sufrir bastantico. Es importante el matrimonio, que he puesto como ejemplo, pero no depende de ti. Hay un otro bastante influyente, y estás colocando el sentido de tu vida en una relación, no en un logro personal.
Otra cosita importante: la vida cambia, y puede que en algún momento significativo vital uno redefina aspectos esenciales de su camino. Quizá hoy estás en ese momento. Por supuesto, una decisión de ese calibre se toma con calma, pensada, y sin comentarla mucho... vale la pena en ocasiones hacer algunos "ajustes" más o menos significativo. Mira, que no somos un tren siempre por el mismo camino.
Pues eso, seguiremos hablando de metas.
@leonardoamayaMD

1) Para los puristas, la frase exacta dice "porqué" y "como":
Hat man sein warum? des Lebens, so verträgt man sich fast mit jedem wie? — Der Mensch strebt nicht nach Glück; nur der Engländer thut das

lunes, 2 de junio de 2014

Budismo de oficina - 2

No te sientas ofendido
Es inevitable tener roces profesionales. Esta es la realidad. Bueno, la única forma de no tenerlos totalmente es que no trabajes, no salgas de tu casa y no te encuentres con los colegas, pero no me parece una expectativa vital maravillosa.
Incluso como independiente, tienes que escuchar la voz de tus clientes, que efectivamente son tus jefes. Evidentemente puede ser un poco mejor que tener un jefe exclusivo, pero es igualmente retante escuchar las retroalimentaciones.
Siempre cometeremos errores, somos humanos y esa es una posibilidad cotidiana. Algunas veces, nos daremos cuenta nosotros mismos, y en otras, los demás nos lo advertirán. Incluso puede ocurrir que una persona a la que le hemos hecho un favor nos haga una evaluación o tengamos una situación difícil con ella. Es inevitable. Los ingleses usan una expresión bastante gráfica: "no hay buena obra que no quede sin su castigo". Seamos sinceros un poco: hay ocasiones en las que hemos cometido errores que merecen no sólo la corrección sino la reprobación de otros. Esa es la fragilidad personal. Otra frase que me sirve mucho a mí mismo para manejar la frustración de mis propias equivocaciones apoya la idea de "mal de muchos, consuelo de tontos". Yo procuro ser, en ese sentido, un tonto feliz. La frase es clara: no hay personas inocentes, sólo personas poco investigadas.
Vamos a lo básico. Sufrir por el comentario de alguien sobre nuestro trabajo no sirve de nada. Si el comentario evidencia una falla nuestra, puede ser una excelente oportunidad de aprendizaje. Y moriremos de viejo aprendiendo, si nos disponemos a aprender. De hecho, la única garantía que tenemos para evolucionar en nuestra profesión es el aprendizaje continuo, y como sabemos desde el colegio, el aprendizaje duele.
Si el comentario es inexacto o incluso una visión poco cercana a la realidad, pues menos nos sirve sufrir. Sufrir ni sirve para nada (excepto si te gusta, y por ejemplo, usas una indumentaria de cuero y un látigo. Tienes todo el derecho, pero no se parece al sufrimiento de oficina. Al menos no a las oficinas más frecuentes).
En algunas ocasiones, una persona con la que sostenemos una interacción profesional hará algo directamente molesto, como agredirnos un poco con su estilo de interacción. Te puede pasar en un aeropuerto, en una tienda, etc. Algunas veces servirá para que evalúes el "casting" de los sitios a los que vas o de las personas con las que te encuentras. En otras, será simplemente parte de la experiencia vital.
Otras veces, las personas cercanas pueden hacerte comentarios que te resultan incómodos y dolorosos, pero son personas a valiosos en tu vida por otras razones. Se trata, como diría el Ing Alejandro Tovar, de lo que te salió en la tapa. Todos, tu y yo también, tenemos actitudes y palabras que resultan difíciles para algunas de las personas con las que interactuamos.
El fondo, es que somos nosotros quienes nos "sentimos" ofendidos de forma extrema cuando exigimos al mundo que sea atento, cariñoso, comprensivo y delicado en todo encuentro con nosotros, y eso, no es real. Entonces, nos frustramos. El problema es que en la medida en la que dejamos que esta tendencia defensiva nos domine, nuestra tolerancia a la frustración social se va al piso. Tolerancia en este sentido se refiere a la aceptación incondicional de la realidad: así son los demás, y así es la vida profesional. Por supuesto que podemos desear y hasta cierto punto demandar unas ciertas características de trato, pero incluso con las mejores personas y en los mejores entornos, las discusiones y las diferencias forman parte de las realidades de todos los días, y un mundo en le que sufres por eso, se hace muy complicado.
Unos truquitos de peluquería:
  • Medita. Usando el método que quieras, incluso la contemplación de la calle, del arte, o de la puerta misma de tu habitación. En serio. 
  • Acepta la realidad. Ponte la tarea de recordarte que esto es la verdad, lo real.
  • Mejora el casting: dedícale tiempo a pulir el perfil de las personas con las que te tratas más frecuentemente. Eso, por lo menos baja el nivel de la tensión promedio. 
  • Aprende. "Traduce" los comentarios o actos incómodos o indelicados de los demás en ocasiones de aprender. 
  • Agradece: al universo y a las propias personas que son el contraste dulce de la realidad ácida. 
  • Ten una vida: cultiva tus aficiones, tus hobbies que te alimentan y para los que sólo estás tu. 
  • Ponte música ambiental en tu cabeza. Hay algunas interacciones que se aguantan simplemente porque mientras te dicen cosas, tu oyes música tibetana en tu mente, cuencos y bambúes. 
Continuará!
@leonardoamayaMD






lunes, 12 de mayo de 2014

Budismo de oficina, el ego y esas cosas tóxicas

Buddha en la oficina: las 7 reglas del ego. 
¡Bienvenidos a Buddha para todos! Y que me perdonen los budistas serios, con la gran ventaja que los budistas verdaderos nunca se sienten ofendidos (es decir, si te molesta lo que sigue... posiblemente eres un budita falso).
Las siete reglas para la liberación del ego nos sirven para todo. De hecho, si logras vivirlas más o menos de forma cotidiana, tu vida será muy, pero muy tranquila. Como Albert Ellis, el creador de la Terapia Cognitiva tomaba de la filosofía lo que servía, ¡no nos extraña que tenga mucho de TREC!
Pero vamos a las 7:

  1. No te sientas ofendido
  2. Libérate de la necesidad de ganar
  3. Libérate de la necesidad de tener la razón
  4. Libérate de la necesidad de ser superior
  5. Libérate de la necesidad de tener más
  6. Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros
  7. Libérate de la necesidad de tu fama
Ellis hablaba de la necesidad de liberarnos de los "must be": de estar apegados de forma loca a nuestro modo de ver el mundo y pretender que sea como "debe ser", esto es, como a nosotros se nos da la gana. Resulta que el mundo no es controlable. No puedes lograr que sea como tú quieres. Y si regresamos a nuestro amigo Buddha, vamos a verlo hoy en el campo maravilloso y a la vez horroroso de las actividades profesionales.

No te sientas ofendido

La primera razón, porque no sirve para nada. Sufres, y posiblemente dices cosas que no deberías decir. No pocas veces es cierto que tu interlocutor quería ofenderte (mayor razón para no sentirte ofendido, no darle gusto al cabrón) pero otras muchas ocasiones no se trata de eso, sino de expresiones de miedo, temor, deseos de acumular poder, etc. Y mientras menos desarrollada la persona, más básica la frasesita.

Libérate de la necesidad de ganar

La vida misma es un entorno de luchas por el poder. En las empresas, esos rasgos medio salvajes se nos colocan a flor de piel y las maniobras de poder son de un básico que para qué te digo. Pero, esas batallitas se dan en pequeñas escaramuzas ridículas aunque crueles. Lo que importa es el largo plazo, si quieres ganar cada batalla o si te sientes ofendido porque alguna pierdas, te distraes de la meta final. Lo que importa es la última piedra, o el siguiente paso tuyo. Acuérdate de tus metas: a dónde quieres ir después de ese lugar. Eso es lo que importa. Lo demás, las pequeñas guerritas, son un trámite, y mientras más calmado las manejes, mejor. 

Libérate de la necesidad de tener la razón

Vamos a ver, que te de la razón uno de esos personajes de tu empresa, ¿realmente vale la pena? Lo que importa es ganar el punto, aunque piensen que estés equivocado. De hecho, los políticos suelen usar una estrategia bastante práctica en este campo: "hacerse los maricas". Se trata de entender que tener la razón es realmente poco útil muchas veces. Lo que importa son las soluciones y tu propio camino. 

Libérate de la necesidad de ser superior

Esa sí que es una batalla inútil. La primera razón, porque aunque todos reconozcan que eres superior, es poco probable que alguien te lo diga: le estás pidiendo una actitud muy desarrollada. Decir una alabanza realista o reconocer a una persona que admiramos requiere que tengas un camino personal bastante elaborado. Si tú ya llegaste allí, ¡que bueno! Pero no es sensato que lo pidas a todos. 

Libérate de la necesidad de tener más

La verdad pocas cosas son necesarias. Y en ocasiones, sufrimos mucho y damos guerras bastante inútiles por insensateces. Piensa de verdad en lo que es importante. Y lo demás, si te lo dan en promoción. 

Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros

Mira, lo importante no es lo que has logrado, sino que tú fuiste capaz. Eso es lo realmente importante. Los cargos van y vienen, y lo que queda está en el fondo. Me acuerdo de una frase de Colin Powell, de su libro My American Journey, de hace algunos años: no dejes que tu posición esté tan cerca de tu autoestima que cuando ella se vaya, la otra se marche con ella. 

Libérate de la necesidad de tu fama

¡Ups! Esto sí que es clave. No puedes controlar lo que otras personas dicen de ti, ni de lo que piensen otros de ti. La opinión de algunas personas claves sí que es importante en nuestra vida, pero es precisamente porque esas personas son importantes para nosotros: escógelas bien. Para los demás: "tu opinión es muy importante, pero eso no quiere decir que sea importante para mí. 
Y pues eso, a vivir el mundo de la oficina... y gozar lo que se pueda. 
@leonardoamayaMD


martes, 6 de mayo de 2014

El mundo del trabajo y otras pesadillas...

Estás en una verdadera crisis cuando el domingo te animas porque el día siguiente es lunes
—Comentario escuchado en un ascensor
El trabajo causa varias situaciones vitales importantes. Usualmente, llena con más o menos alegría tu cuenta bancaria. Ocupa buena parte de tu día. Es fuente de algunas alegrías muy significativas y... del dolor de cabeza, el agotamiento, la úlcera péptica, ideas homicidas estructuradas, etc.
Jean Paul Sartre decía "el infierno son los demás", y si hay un lugar donde es más probable que las llamas del averno sean más abrasadoras, es en una oficina. Hay una razón básica: compartes un espacio generalmente estrecho y estresante con personas que tienen poco que ver contigo y con tu historia y con las que muy probablemente no querrías haber conocido jamás. Sin embargo, esta es una exageración un poco dramática.
El trabajo es una ocasión interesante para notar que tu vida tiene un cierto sentido y productividad. Resuelves problemas, pones en ejercicio tu ingenio y te "obliga" a que el cerebro produzca algo. Vamos a ser sinceros: el domingo promedio nuestra corteza cerebral, cumbre de la evolución biológica de la especie humana, produce menos que la secreción babosa de un caracol de matera.
Sin embargo, Sartre dicit: el infierno son los demás. Y eso que no conoció algunos compañeros de trabajo. Y ya sabemos que no sufrimos por lo que pasa sino por cómo vivimos lo que pasa: cómo pensamos sobre lo que pasa. Vamos a repasar esta pequeño catálogo de las ideas locas que hacen de tu empresa un infierno:
1) "Esa vieja es una bruja y me maltrata". Bueno, esa vieja bruja es tu jefa, seguro tiene un hijo adolescente inmamable y le han dado el marido por cárcel. Es decir, evidentemente sería muy bacano que te tratara con cariño y pensara en tu crecimiento personal, pero no estamos en el mundo mágico de Disney sino en una empresa con carácter multinacional y calorcito local. Llena de nuestras "películas" latinas. Tu jefa tiene muchas otras cosas en que pensar. Así de simple, como tú. Y de hecho, es muy probable que tú seas la bruja despiadada o el cretino insoportable de otros, simplemente porque también tú tienes tus propias batallas.
2) "Cabroncete de mierda". Bella expresión dedicada a la persona que te evalúa y te hace seguimiento. Pues otra vez la realidad. También tú eres el ogro que hace seguimiento de otros. Y además... en las empresas toca tomar decisiones. Tú mismo tomas decisiones. Y varias de ellas son decisiones que afectan a otras personas, que incluso no han actuado mal. Con frecuencia te toca hacerle la vida un poco difícil a alguien simplemente porque toca. Así de simple.
3) El equipo de todos los infiernos. Si, en ocasiones nuestro equipo de trabajo es la selección de fútbol del demonio. Pero, eso es lo real: somos personas con intereses muy distintos intentando trabajar en común porque así "toca". Tenemos que colaborar con personas que en ocasiones vemos como nuestros enemigos. Nos toca manejar personas que tienen a su vez que manejar criterios y normas construidas por otros que no viven en este planeta o que son directamente candidatos a hospitalización psiquiátrica.
¿La solución? Vivir en la realidad: la norma de la piedra, que se puede resumir en "esto es lo que hay". Luego, el criterio del día: Vamos a procurar pasarlo bacano con lo que hay. Y la fórmula de felicidad: gozar lo que depende de mí, y lo que no puedo gestionar, aceptarlo como lo real. Pues eso, faltan varios días para el viernes. ¡A gozar tu luz fluorescente azul!
@leonardoamayaMD


miércoles, 30 de abril de 2014

Memoria, Oro y Mierdita

Happiness is nothing more than good health and a bad memory. -Albert Schweitzer
El amigo Albert era un personaje de mucha teoría. Médico, filósofo, teólogo, músico. Vale la pena leer un poquito sobre lo que escribió, incluso cuando algunas de sus ideas nos puedan parecer un poquito pasadas de religión.
Sin embargo, un personaje con tanta formación también nos dejó algunos consejitos de peluquería muy significativos: la felicidad no es nada más que buena salud y mala memoria. Más claro para dónde. Ya sabemos que igual nos acordaremos de cosas del pasado, lo que importa es seleccionar bien de qué nos acordamos.
A medida que pasa el tiempo, los años y las historias personales, tienes suficientes recuerdos malos como para sufrir cada hora del día. Cada uno de nosotros ha acumulando a lo largo de su vida experiencias con personas que le han hecho sufrir, gente que ha sido menos fiel de lo que nos gustaría, relaciones que consideramos fallidas, proyectos comunes que no han salido como planeábamos. Eso es la vida real.
Al lado de estas malas experiencias también hay muchos recuerdos positivos y experiencias valiosas, esa es la verdad completa. Es decir, que la vida está constituida por oro y mierdita. Hoy vamos a concentrarnos en la infaltable mierdita. Y vamos con consejitos de peluquería:

Odiar es una forma de apegarse

Apegarse a lo malas experiencias y recuerdos de tu vida es tan tóxico como guardar un zapato sucio de caca en el armario. Y nos apegamos a estas experiencias cuando nos permitimos mantener odios y rencores. Nos quitan energía. Nos llenan el día de "pasado". No lo puedes cambiar. Y es injusto con nosotros mismos y con todas las personas que han llenado nuestra vida de oro en cantidades pequeñas o grandes, pero finalmente dorados recuerdos.
Además, no sirve para nada sufrir. El pasado es para aprender de él, pero lo que hay de posibilidades en nuestra vida es de presente: lo que hacemos, decidimos y experimentamos hoy. Y desde hoy, construímos nuestro futuro. El pasado, pasó. No lo puedes cambiar. Ni un punto, ni una coma. Eso es lo real. Pasó. Así que aprende de él, y saca ese zapato asqueroso de tu armario de memoria.

Somos tan mediocres que ni procurando ser malos llegamos a ser Hitler

Muchas veces sobrevaloramos la capacidad de maldad de los demás: no todo mundo llega a ser Hitler. Es decir, hasta en eso la mediocridad humana se manifiesta: las personas que consideramos malas son usualmente tan mediocres que se quedan en malitas, y si lo miras bien, no han sido tan terribles. Y nosotros en cambio sobrevaluamos esos malitos de barrio y les damos mucha más importancia en nuestra vida que lo que merecen tener. ¿De verdad vale esa persona como para que te quite un rato de alegría? Vamos a ver, puestos a vengarnos, la mejor venganza es el olvido y la indiferencia.

Tan pobres pendejos como tú y como yo

En no pocas ocasiones, las personas que nos han hecho una "jugadita" simplemente han hecho lo que podían por causa de sus situaciones. Mira, la gente tiene muchas "películas" personales. Muchos, tienen "rollos" mucho peor que los tuyos. En estos días, un taxista me cobró de más hacia el aeropuerto, con una teoría bastante rara.
Yo hubiese podido armar un "show", llamar a la policía, etc. Pero, no alcanzaba a mi vuelo, que era mucho más importante y costoso. Claro que es importante denunciar los abusos, pero no alcanzaba. Así que asumir la realidad: el taxista tiene muchos más problemas que yo. Y ya está bastante castigado por la vida al deber trabajar como taxista en el tráfico de Bogotá. Conducir todo el día en Bogotá no se lo deseo ni a mi peor enemigo. (Bueno, no tengo muchos enemigos, pero sí que les deseo esa desgracia: que manejen todo el día en nuestro tráfico).
Así que nada. Si estás enfermo, pues a vivir la porción de salud que toca: ninguno está completamente sano después de los 18 años. Así que goza tu "partecita" sana y... ejercita la mala memoria.
@leonardoamayaMD 

domingo, 27 de abril de 2014

Telenovelas de trabajo

Sabía que algo malo estaba pasando hoy: ¡Mañana es lunes! 
Comentario real escuchado en Diletto de Rosales, en Bogotá
Pues sí. Cada semana tiene un lunes, y cada lunes, oficina, y cada oficina su propio drama. La razón es bastante básica: en las empresas trabajan personas que, como tú y como yo, tienen la cabeza llena de pendejadas. Desde el gerente más reconocido hasta el último mico de la cola, tiene sus películas sin resolver.
Sin embargo, solemos pensar de forma bastante poco realista que "las personas dejan sus asuntos personales en su casa". Seamos realistas, lo que con frecuencia dejamos en la casa son problemas sin resolver.
Como estamos a inicio de semana, unos consejitos básicos sin mucha historia, para que no perdamos mucho tiempo en rollos:

  • Las personas reaccionan muchas veces por esas "películas mentales" y no por lo que está pasado. Es decir: muy probablemente no te odia tu jefe, simplemente necesitaba una víctima. 
  • En general, cuando las personas queremos comentar nuestros problemas, los comentamos voluntariamente. No solemos tener problemas tan básicos en la toma de decisiones. Así que, a) meterte a psicóloga voluntaria de tus pares garantiza que pisarás callos. b) preguntar lo que la gente no quiere decir, lleva a que te dirán cosas que tampoco a ti te gustarán. c) si te parece que uno de tu equipo está meditabundo, irritabundo y quizá explosivo, es muy probable que tengas razón: así que, ¿porqué no lo dejas en paz?
  • Si eres tú el que está en crisis, dramita, o pendejadita... pues no te olvides que los demás no tienen la culpa y luego podrían desquitarse. Así de simple. 
  • Recuerda que en la oficina, como en un juicio, todo lo que digas podrá y será usado en tu contra. La sobre-revelación y comunicar de forma abierta lo que te pasa, te dejará expuesto a personas que son tan perversitas como tú y como yo. 
Y luego... no te olvides que así como cada semana tiene se lunes, cada lunes tiene también sus cosas buenas. Concéntrate en mirar lo bacano de tu trabajo. Lo malo, finalmente tendrás que tragártelo. ¡Pues disfruta lo bueno! No te olvides que la felicidad es una decisión también aquí...
@leonardoamayaMD

lunes, 21 de abril de 2014

Tácticas autodestructivas

La felicidad se apoya en una mala memoria selectiva y una buena política de devoluciones
En terapia cognitiva, se resumen de forma muy práctica las disfunciones no psicóticas en dos rasgos: se sufre y se hacen tonterías. Así, si quieres saber si esa idea que te ronda es sana o no, simplemente considera esos dos puntitos: ¿Esto que estoy pensando me hace sufrir? ¿he tomado decisiones tontas, locas e inadecuadas para mis intereses? Con frecuencia pensamos que sufrimos por lo que nos pasa, por ejemplo, porque descubrimos que fuimos idiotas en una relación (bienvenidos al club...). Pero, si miras con atención, sufrimos por lo que pensamos sobre esa relación: "he sido idiota", "otra vez he cometido el mismo error", "nunca voy a ser feliz"... y así, hasta el infinito y más allá.

Con frecuencia, sufrimos cuando nos hemos sentido defraudados o estafados en una relación cuando pensamos que esa persona ha sido injusta. Asumimos que "debía habernos tratado mejor", "haber sido mejor persona conmigo", asumimos que fue "injusto que nos pagaran así con todo lo bueno que habíamos sido"... Pero, más que sufrir por el pasado, debería servirnos para procurar no repetir esas metidas de patas.

Mira tu historia. Piensa en esas personas que han respondido mal a tu dedicación y tu tiempo. Y fíjate que muchas veces las habías seleccionado mal, o decidiste darles de más a quienes no podían manejarlo: no todo mundo es capaz de responder a tu generosidad como a ti te gustaría. Y peor aún, esas personas muy frecuentemente no te pidieron que dieras tanto. Esto suena un poco a dar a las personas en relación con el modo como nos respondan. Suena super interesado, y tú podrías pensar: pero es que el amor no hace cuentas, el romance está en dejar la piel. Listo, sí. Eso, ni en las películas de Disney. Si das sin cuenta, entonces prepárate para que te usen y sufras porque las personas no te respondan igual. Y algo más, cuando damos a los demás en plan ilimitado... pues muchas veces estamos queriendo comprar afecto, que no es nada funcional ni sano.

Si lo piensas con más detalle, muchas de las veces en las que hemos querido ser generosos sin cuento, lo que hemos pretendido es que finalmente nos paguen con algo. No somos tan desinteresados como decimos y... sí estábamos esperando algo a cambio. Cuando se da gratis, no se espera absolutamente nada a cambio. Así que si te entregaste gratis, ¿porqué te molesta que no te hayan pagado? ¿no que era gratis?

No somos malos y terribles por esperar una respuesta a lo que damos. Es decir, si quieres dar gratis, entrégalo a una fundación. A los demás, intercambio comercial controlado. Fíjate que incluso a esos amigos a los que les damos a manos llenas, sin pensar, son habitualmente los que se "lo merecen": esos amigos nos han dado o nos dan algo. En ocasiones, basta con la buena compañía. Y se las pagamos bien. Es un intercambio inconsciente.

El problema viene cuando no hay proporción: Cuando das de más, con la ilusión de autoengaño de "ser generoso y dar gratis... ya sabes que es mentirilla que te dices. Lo más grave es que te devalúas, porque de lo que hay mucho se valora poco. Gratis gratis, bueno, la ficción de gratis, a Dios, a Budha, a Pachamama, a una fundación y a esos dos o tres amigos que valen la pena. A los demás, por ventanilla y llene el formulario. No hace falta que seas un cabrón, puedes decirlo con una sonrisita.

@leonardoamayaMD

miércoles, 2 de abril de 2014

La mala costumbre de vivir como una víctima

"No hay nadie inocente, sino insuficientemente investigado" Cultura popular
Con una frecuencia disfuncionalmente elevada, asumimos que somos víctimas de la fatalidad, de la crueldad de las personas que nos odian o de las lamentables y perversas fuerzas de la realidad. Y nosotros, como inocentes ovejas que padecemos todos los males, las personas lamentables que nos maltratan, y las parejas terribles que el destino pone a nuestro lado.
Estoy hablando de las desgracias cotidianas, y no de la acción de la naturaleza -un Tsumani- o el trabajo de un déspota como Hitler o Göering, e incluso de un déspota tropical y analfabeto
como Maduro. No: hablo de lo cotidiano. De la universidad, del trabajo, del romance tóxico de cada día.
El problema con sentirnos víctimas es que renunciamos a ser protagonistas de nuestra vida y nuestras decisiones: si todo depende de los actores externos, de las crueldades del destino y de las perversidades del resto del universo, entonces no tendría sentido trabajar por el cambio o poner medios para que mejore nuestra vida.
Pero vamos por partes. Mira, tu y yo sabemos que somos en ocasiones cabroncetes. Yo no llevo a cabo todos los homicidios que se me ocurren por las complicaciones que genera, como deshacerte del cadáver, limpiar la sangre y recoger las vísceras. Entonces, me consuelo con desearles la mujer por cárcel y cosas así.
Hay algo más terrible aún. Muchas veces somos cómplices de las situaciones lamentables en las que nos encontramos. Primero, porque sufrimos desproporcionadamente por pendejadas. Sufrimos porque evaluamos como tragedias cosas que no lo son. Tememos que no podremos soportar la soledad y nos enfurece a muerte que ese personaje o personaja nos haya dejado tirados. Consideramos insoportable situaciones que hemos soportado otras veces... Mira que muchas veces hemos superado las "tragedias" que nos caen encima. Mira, mira... seguro que si nos hacen la cuenta bien, muchos de nosotros nos merecemos bastantes cositas difíciles. En algunas ocasiones, porque en contra del sentido común y de los consejos de la humanidad toda, en contra de la opinión de nuestra madre, de nuestra abuela, de la señora que vende cigarrillos en la esquina, nos metemos con una persona que nosotros mismos sabemos que no nos conviene. Y luego, nos ponemos en la irrealidad de atribuirlo a la mala fortuna. No: son simplemente las consecuencias de nuestros actos. Así que si te metes con el equivocado, has desde ya la reserva para psicoterapia al terminar o disfruta en lo posible a esa persona tóxica y ¡huye cuanto antes!
¿Y sufres por el resultado de la Universidad? Si, acéptalo: incluso te merecías menos. No es que el profesor te odie. Seguramente podría tener razones, pero quizá tiene otras personas más significativas para él a las que detesta y les dedica toda su energía negativa. A ti, simplemente te puso la nota que te merecías. El problema de creerte víctima aquí es que no aprendes. Mientras consideras que tu profesor es hijo de una meretriz que se vende en la calle por tres pesos, te olvidas de lo más importante: que lo que no estudiaste son temas que serán importantes para tu vida. Y que, finalmente, eres una vaga redomada o un perezoso inconsecuente. Es duro reconocerlo, pero reconocer su responsabilidad ayuda para que te propongas mejorar un poco y llegar al envidiable nivel de mediocre funcional.
Y el trabajo... vamos a ver, ¿te sirve de algo sufrir todo el día y odiar a cada persona que vez? ¿se lo merecen porque son injustos contigo? Sufrir no sirve para nada. Te hace aún más insufrible cada minuto que pasas allí. Y ellos... pues quizá son cabrones algunos. Pero es poco probable que cambien para que tú no sufras. ¡Si no les importa que sus hijos, su mujer, su madre y la señora de la lavandería sufran!
Sentirte víctima no cambia el hecho que el timón de tu vida sólo lo puedes llevar tú. Sentirte víctima te hace abandonar la tarea de construir una vida mejor y te concentra en la inútil tarea de sufrir... Además, incluso en el caso real de estar bajo un jefe terrible y una pareja insufrible, eres mucho más que una víctima. Encuentra la fuerza en ti para cambiar de situación, crecerte ante las que no puedes cambiar y concentrarte en los otros mundos que habitan en ti. Y siempre, piensa hasta dónde tú eres cómplice de lo que te pasa, para que te "pases" a tu lado y juegues tu juego por ti mismo.
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