miércoles, 21 de noviembre de 2012

El zoológico personal

La fortuna elige tus relaciones. Tú eliges tus amigos.
- Jacques Delille 
Pues sí. El networking es importante. Pero ojo, no sólo por el tema de relaciones económicas y negocios. Incluso no es lo principal. Somos animales sociales, aunque nuestras caóticas relaciones no lo muestren con mucha frecuencia. Aprendemos y crecemos apoyados en los demás (Vigotsky) Crecemos en nuestras habilidades de comunicación (Tomasello) y desarrollamos nuestra identidad (Erikson, McLean).
Diciéndolo más claro: nuestros pares con ocasión para aprender de nuevos temas, desarrollar la inteligencia emocional, expandir nuestro mundo mental. Nos hace ser menos aburridos y monotemáticos. de todo. También cosas malas: podemos sufrir por las opinions de los demás y perder el tiempo de forma inútil (porque hay formas útiles de perder el tiempo). Depende de las personas con las que nos rodeemos. Y eso, depende en muy importante medida de nosotros.
Mira a tu alrededor...
Como siempre conviene, comencemos por la realidad. Mira a tu alrededor. Si el grupo es pequeño, puede parecer muy elegante y hacerte ver como una persona selectiva. Pero, igualmente te hace dependiente de pocas personas y un poco frágil. Mientras más grande sea una red, mejor, ¿no es cierto? Pero también es importante que la red sea de calidad. Obviamente, todos tenemos algunos amigos un poco frenados, un poco con problemillas. Pero, si tu grupo a amigos parece la selección de fútbol de una clínica psiquiátrica, o la Sociedad de Candidatos a Bullying, pues imagínate. Para poder apoyar a algunos, necesitas la fortaleza de otros.
Animales. Animales sociales. 
Todos cometemos errores. Nuestros amigos, nosotros mismos. Si nos descalificásemos por el primer error, estaríamos solos en pocos días. Obviamente, se trata de ser defensivos: algunas actitudes y conductas pueden estar en nuestros "no negociables" y en esos es importante que seamos un poco intransigentes, pero aclarando de frente con el personaje o personaja comprometido: no podemos olvidar que los chismes no son fuentes válidas de información objetiva. Así que ya sabes: animalitos, todos.
Continuará... 
Leonardo Amaya - Racionalemotivo.blogspot.com


viernes, 16 de noviembre de 2012

Tu relación convertida en una m... en 5 simples pasos

En general no hace falta que la mala fortuna acabe con nuestra felicidad. Lo logramos de forma bastante práctica nosotros solitos.
Vamos a comenzar por el principio: si te vas a meter con tu relación, tienes que decidir primero si vale la pena salvarla. Una simple claridad ayuda: no existe la mujer perfecta, el hombre perfecto o la relación perfecta. Sólo existen en las películas. Peeeero, las películas cuentan mentiritas. ¿sabes? supermán no vuela, utilizan unos cables. Pues lo mismo con las relaciones de las películas. Lo demás, todo imperfectico.
Puestos de acuerdo en esto, ten en cuenta que las personas mismas nos organizamos nuestros infiernos privados. Y no somos muy creativos en los modos: generalmente abonamos nuestras pesadillas con rigidez (las cosas deben ser así y sólo así) y sobredemandas, como cuando exigimos que nuestra pareja o nuestros amigos hagan todo lo posible y lo imposible por nuestra felicidad.
Estos deseos son maravillosos, pero contradicen la realidad. Raramente todo ocurrirá del modo como a nosotros se nos da la gana y es muy poco probable que las personas que nos rodean estén concentradas permanentemente en hacernos felices. La felicidad la tenemos que lograr nosotros y con lo que tenemos a mano.
Estas "moditos" nos llevan a sufrir y hacer cosas que nos conducen a complicarnos más aún la vida. Aquí te dejo cinco joyas de ese cofrecito:

1. Preguntar por respuestas que no queremos oir.
Vamos a ver. La verdad pura y dura no suele ser muy amable. Puestos a buscar verdades, es porque vas a tomar decisiones. Si preguntas algo cuya respuesta casi conoces y te va a llevar a sufrir locamente y ponerte furibundo / histérica, debería ser por dos razones: porque te gusta sufrir o porque te vas a largar de esa relación. Dudo mucho que el objetivo vital sea sufrir, y posiblemente no desees largarte porque bien sabes que las parejas usualmente sólo cambian de nombre. Si, porque todos tenemos defectos. Si los defectos del personaje / personaja son del área de los no-negociables, pues a irse. Pero no. Preguntamos, sin intención de largarnos porque albergamos el sueño loco de "realmente lo voy a cambiar". Déjame te pregunto: ¿esta estrategia te ha servido alguna vez para hacer cambiar a alguien? Y en las pocas veces que te ha servido para cambiar a alguien, ¿no piensas que podría haber sido más fácil? Pues eso: piénsatelo.
2. Busca la persona perfecta te garantizará estar infeliz con cada uno de los imperfectos que encuentres.
Resulta que las personas perfectas son muy, muy escasas. Tan escasas que no hay ninguna. Pero, nos ponemos en la tarea de encontrar al casi perfecto y estamos permanentemente añorando al perfil príncipe de los sueños. Mira las combinaciones que usualmente encuentras (déjame poner el ejemplo con mujeres):
Tipo lindo e inteligente: Complicado inmamable que no hay cómo soportarlo. Dedica más tiempo pensando en él y en como cuidar el six-pack. Se cree precioso.
Tipo lindo y descomplicado: perro lamentable que te pone los cuernos con cuanta vieja pasa.
Descomplicado e inteligente: feo a más no poder o personaje desconectado de la realidad y que no te pone atención ni si te empelotas delante de él. Tiene una relación rarísima con la novia de universidad o es gay.
3. Exígele a cualquiera que centre su vida en tí. Así te rodearás de locos cuando no estés sola / solo.
Vamos nuevamente a la realidad: Las personas suelen tener otras cosas que hacer en la vida. Los noviazgos "enzimáticos" donde están todo el día juntos arriba y abajo están en el tiempo del colegio. Las personas en las medida que crecen tienen que dedicarle tiempo a trabajar y desarrollan otros intereses. Si una persona crecidita te puede dedicar muuuucho tiempo se trata de un vago del carajo con un trabajo rarísimo (vender cosas en los semáforos casi) con menos motor interno que una lechuga.
4. Comprar afecto tiene un precio: sueles comprar gente de promociones, que se descose ese día y destiñe a la primera lavada.
Mira, no hay problema en tener un gigoló. Es decir, el tipo ideal pero como casi sin trabajo, medio alcohólico y sin oficio. Pero, como todo en la vida, viene con un precio: puede tener unos cuantos rollos mentales y ya lo sabes, esa relación no es una relación más allá de lo comercial. No le pagas como a un puto, pero casi: le invitas a comer y pagas tú. Le invitas al cine, y pagas tú. Le acompañas a comprar cosas y pagas tú.
Esta relación funciona hasta que cometes dos errores graves: 1) te confundes en tiempo y espacio y piensas que es un romance. Ups! No lo olvides: es una relación comercial amable. 2) pretendes cambiarlo. Grave error: el camino es psicoterapia, coaching o brujería. Y él no tiene cómo pagarlo y además no le interesa. No te compliques, si quieres este tipo de acuerdos por un tiempo, es bacano, pero ten claro en dónde andas.
5. Centrar tu vida en el otro te hace dependiente. Puestos a ser dependientes, que por lo menos sea un alucinógeno que te haga olvidar la realidad.
Esta es la idea tóxica número uno que está contenida en nuestras telenovelas mentales. Es como la nicotina de las series románticas. Claro, puedes soñar con tener la pareja que no haga más que pensar en tí. Pero, no te olvides que es un sueño, como ganarte la lotería o lograr no arrugarte con una crema facial. Pertenece al mundo de los deseos. Cuando lo exiges, cuando piensas que has fracasado por no conseguirlo, entonces allí sí que estás en una novela en que eres a la vez la mala, la bruja y la loca. ¿Un consejito de peluquería para salir de eso?: Ten una vida. Conserva amigos y amigas. Alimenta aficiones. Así el amor será lo que es: compañía, conversación amable y arrastrada nocturna. Una parte de tu vida, importante, sí, pero parte de.

Leonardo Amaya - racionalemotivo.blogspot.com

sábado, 10 de noviembre de 2012

Los munditos locos de cada uno

En todas las culturas hay una psicología popular, que es uno de sus instrumentos constitutivos más poderosos y que consiste en un conjunto de descripciones más o menos normativas y más o menos conexas sobre cómo «funcionan» los seres humanos, cómo son nuestra propia mente y las mentes de los demás.
- Jerome Bruner

Pues sí. Una cita un poco densa, pero muy clara. En nuestras culturas, es decir, en el mundo de significados en el que nos movemos, hay un conjunto de explicaciones, de modos de comprender el mundo, de entender a las personas, al éxito, al logro. Explica qué "deben" hacer los demás, que "debemos" hacer nosotros. Ése es el componente normativo, que nos atrapa en una red que muchas veces nos resulta invisible pero muy eficaz.
¿Porqué una red? Porque en no pocas ocasiones nos hace sufrir. Esto ocurre cuando esos "debería" son rígidos, inflexibles, y nos conducen a calificar a las demás personas o a nosotros mismos como personas malas.
Este conjunto de normas puede ser muy asfixiante, con el componente tóxico de la "normalización". Nos parece que es ése el camino. Ese sendero que nos conduce a descalificar a los demás o descalificarnos a nosotros mismos.
Aprendemos esas reglas en nuestra crianza, en forma de sentencias que escuchamos una y mil veces de amigos, de los medios de comunicación, hasta del señor de la tienda de la esquina. Y comenzamos a repetirlas sin observar su realidad, su sobredemanda, su exigencia inhumana.
Por supuesto que también hay algunas interpretaciones del mundo que nos resultan útiles. De hecho, todas son útiles: el problema es cuando las radicalizamos. Nos sirven para comprender lo que ocurre a nuestro alrededor sin complicarnos tanto la existencia. Nos sirven para comunicarnos de forma funcional con los demás. Pero, si no te generan problemas, no tiene sentido comentarlas aquí. Vamos en cambio a centrarnos en las que no nos son útiles. En la guía de las 100 ideas idiotas que nos complican la existencia. Pues eso. Nos pondremos a la tarea, pero vamos por poquitos y veamos algunos perfiles típicos:
1. La Gran Sacerdotisa: así te pones cuando estás permanentemente leyendo e interpretando las intenciones de los demás. Y te conviertes en una bruja loca.
Evidentemente hay gente con una fuerte tendencia a ser cabrona una buena parte de su tiempo. Pero, si no lo aclaras, si no enfrentas las evidencias, simplemente convertirás en una telenovela con villanos y heroínas todo tu alrededor. Y esa telenovela, está en tu cabeza. En primer lugar porque estarás viviendo en tu mundo, y atribuyéndolo continuamente a los demás. ¿Un camino? Pregunta. Enfrenta los temas con el protagonista.
2. La Super-víctima: esa personita que suele pensar que a su alrededor sólo hay personas que la hacen sufrir porque no saben comportarse con ella como deberían. 
Esto te pasa cuando te conviertes en una persona con más instrucciones que un televisor para armar-por-ti-mismo. También pasa cuando se te olvida que las demás personas tienen vida y que... frecuentemente no está el universo girando a tu alrededor. ¿Una propuesta para que dejes de ver injusticia en todas partes? Dile claramente a los demás lo que esperas de ellos y... recuerda que son libres, por tanto su vida no está centrada en tí. Ponte a buscar por tu cuenta la felicidad sin que dependa de los otros.
3. El pitoniso loco: Personaje complicadito que pretende que todos hagan las cosas a su manera porque es la "forma correcta". 
Mira con cuidado: hay muchas formas de vivir la vida. Y si pretendes que los demás la vivan a tu manera, además de injusto, te llenas de razones para sufrir sin sentido. Tus reglas no son universales.

Por supuesto que sería maravilloso que las personas vivieran centradas en hacernos felices y se concentraran en vivir nuestras reglas. Pero, la realidad es otra. Si quieres dejar de sufrir y "empelicularte" sin sentido... pues es mejor vivir en la realidad y aceptar que cada cual... vive en su mundo. Pues nada, a vivir en el tuyo.

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