viernes, 24 de abril de 2015

Frustración, la gente y esas cosas cotidianas...

¿Quién te dijo que era fácil?
Las relaciones humanas pueden ser una fuente muy importante de felicidad. También pueden ser un pozo sin fondo de dolor y conducirte al mundo del sufrimiento.
De hecho, la búsqueda de la pareja, la ausencia de alguien especial, la misma presencia de la persona especial pero difícil, las personas que nos rodean en el trabajo, y un largo etcétera han llevado a sentencias tan violentas como el célebre: "el infierno es el otro" (L'enfer, c'est l´Autre, Jean Paul Sartre).
Hay que ser un poco justos. Ni tú ni yo somos fáciles. En el sentido que, si tenemos una toma de decisiones sana, preferimos nuestros intereses a los de los demás. Frases como "entrégate a los demás", "piensa primero en los otros" son aplicables como ideales en situaciones muy específicas, por ejemplo, en las acciones ciudadanas. Pero, como política vital continuada, es insostenible.
Claro, puedes usarlo como ideal. Pero, usualmente, es una postura un poco hipócrita. Recuerdo alguna persona de una organización religiosa bastante radical que decía: "primero los demás, primero los otros" y el cabroncete vivía en un palacete en un barrio muy-muy en Roma, y no se bajaba nunca de un Mercedes-Benz. Claro, a mí también me gusta la estrellita de tres puntas, pero no ando por el mundo colocándome como ejemplo de entrega a los demás.
Pero volvamos a lo importante. Los demás, y tu y yo, preferimos nuestras demandas a las de otros. En algunas ocasiones nos proponemos cumplir lo que otras personas desean, y entonces nos comprometemos personalmente. Pues así les pasa a los otros. Ellos también tienen sus preferencias, que pueden ser muy diversas a las tuyas. ¿Porque diablos a tu pareja le debe gustar exactamente lo mismo que a ti? Alguna vez puede que te acompañe a ese plan que detesta, pero colocar como meta que siempre haga lo que para ti es mejor... es pasarse.
El problema es que estamos llenos de reglas de la cultura, de "mitos" de las relaciones de pareja: "Mi pareja debería comprenderme siempre"; "una relación es aquella en la que uno lee la mente del otro", etc. La última frase me la decía alguien hace unas semanas y le pedí que me dejara usarla, luego que descubrió el nivel de locura de esa exigencia. ¡Puestos a leer mentes, que monten un circo!
La respuesta de las respuestas es: Negociación. Llegar a acuerdos. Y para encontrar puntos medios, hace falta que uno ceda y que el otro también de espacio. Es muy improbable lograr acuerdos cuando se construye a partir de una exigencia que no es realista. Si le pedimos a la realidad lo que no puede dar... pues nos vamos a frustrar. Y para poder exigir lo que nos puede dar la realidad... pues toca ser realista.
¿Un consejo de peluquería? Mira lo que es REAL en cada persona y en cada relación en la que estás. Luego, piénsate hasta dónde pueden lograr acuerdos. No lo que te "gustaría", porque muy probablemente pertenece al mundo de los ideales. Lo que puedes realmente conseguir. Y a divertirte en el intento: no dejes tu felicidad para cuando tengas todo lo que deseas, porque tendrás que esperar mucho. Más de lo que vale la pena.
@leonardoamayaMD

domingo, 5 de abril de 2015

Las tragedias griegas que nos montamos

"Las personas no se perturban por lo que les ocurre, sino por lo que piensan sobre lo que les ocurre" - Epícteto (55 - 135 d.C.)
La vida nos da abundantes razones para ser felices. También nos proporciona un buen grupo de ocasiones para no serlo. Pero, una buena parte de nuestro sufrimiento proviene de nuestra propia cabeza, del modo como asumimos lo que nos ocurre.
Esta realidad ya la había reconocido un autor clásico, Epicteto: “las personas no se perturban por lo que les ocurre, sino por lo que piensan sobre lo que les ocurre”. Este planteamiento de más de dos mil años le sirvió de soporte a Albert Ellis, el “abuelo” de la psicología cognitiva.
Es decir, sufrir se trata no de las “tragedias” sino de lo que nosotros asumimos que es una tragedia. Basta mirar cómo diferentes personas reaccionan de forma distinta a situaciones iguales. Para algunas, una situación dramática vital es una ocasión para crecer, y para otras, una ocasión de hundirse en la profunda miseria. Depende de cómo te lo tomes.
El problema con esas formas de asumir lo que ocurre es que estamos llenos de "mitos" donde reglamos los "debería ser". Estamos llenos de normas sobre cómo debería ser el mundo ideal, la pareja ideal, la relación ideal. Y entonces, la realidad se encarga de decepcionarnos ampliamente. Y le resulta muy fácil, porque estamos esperando situaciones que no son reales fuera de nuestra mente.
Pues esto lo tenía bastante claro hace casi dos mil años nuestro amigo Epícteto.
Para mejorar un poco nuestra tasa de sufrimiento hay un camino práctico y antiguo: desea los ideales, pero acepta la realidad y trabaja con el mundo como el mundo es.
@leonardoamayaMD

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