domingo, 4 de febrero de 2018

Cuando el cambio de una relación es… terminarla.

La vida es simple. El problema es que no es fácil. 

Comencemos por dejar claro que las relaciones no “terminan” la mayor parte de las veces. Cambian a lejanía, cambian a tibieza y frialdad, cambian a odio. Y muchas veces no puedes controlar demasiado ese cambio… ¡pero es importante que lo intentes!

También me parece importante aclarar que hay relaciones muy buenas. Pero, cuestan esfuerzo y se basan en una intensa, activa y democrática negociación. Si tu relación la quieres basar en que el otro se porte como a ti se te da la gana, o peor, se basa en que algún día sea la imagen ideal que tienes en la cabeza, prepárate para sufrir de forma muy dramática.

Algunas relaciones funcionan. otras terminan. ¡Pero todas cambian!

Las relaciones “terminan”, es decir, pasan a la historia, dejas de frecuentar y conocer de esa persona e incluso procuras no enterarte demasiado de su recorrido. En no pocas veces es lo mejor que te puede pasar. Y con bastante frecuencia, requiere una decisión firme de empujarlas a que pasen a la historia. Ah, si. Que horror… las recordarás mucho tiempo. Sin embargo, cuando tomas la decisión, se trata de emprender un camino un poco arduo: conducirlas a la historia, es decir, que acaben siendo un  recuerdo lo menos doloroso posible, como una página un poco borrosa del libro de nuestra vida. Se puede, pero requiere tiempo y algo de esfuerzo. Cuando finalmente comienza ese tiempo maravilloso, somos capaces de verlas con realismo, con sus temas divertidos y constructivos… y con sus capítulos oscuros. Y logramos recordar lo bueno en medio de lo que no funcionó. Es el recuerdo más sano: sin olvidar que hubo razones por las que era mejor así.

El problema: estos recuerdos requieren tiempo para pacificarse. Porque los humanos no recordamos vagamente y tranquilos, sino con una porción significativa de las emociones que experimentamos cuando ocurrió. Eso es lo lindo de recordar las cosas buenas, nos hacen revivir la alegría. Y eso es lo malo de los recuerdos difíciles: algo del dolor inicial nos traen.

Esas emociones son reacciones humanas y válidas, sobretodo cuando están moderadas, cuando nos sirven para aprender, cuando son balanceadas: los grises, las luces y las sombras. Pero,  cuando están exaltadas suelen coincidir con decisiones bastante idiotas y no pocas veces autodestructivas. ¿Recuerdas? ¿Esas veces en que pagas con tu propio “pellejo” el orgullo? ¿Esas veces que te portaste como una persona un poco desequilibrada? No te sientas mal. Todos tenemos esqueletos de ese tipo guardados en el armario. (consejo de peluquería: uno niega esos episodios de histeria pública incluso en contra de evidencia fotográfica: “es un montaje” “no fui yo” “no había nacido en esa época” “en ese año estaba en la cárcel”).

El problema es emprender el camino de ese cambio. Las relaciones son un poco como una apuesta. Y como ocurre en las apuestas, o en la bolsa de valores, se apuesta hasta que es realista y sano.  Y llega un momento en que lo sano es retirarse. Como se trata de un balance, de aspectos buenos y malos… cuesta un poco de esfuerzo tomar la decisión. Cuando lo logras ver con menos apasionamiento, descubres que esa persona no te convenía al mediano tiempo, o que tarde o temprano terminaría, o incluso que, simplemente, fue algo importante, pero temporal. No podían durar más tiempo: esto pasa. Es una de esas realidades de la vida. Cuando se emprende una relación se hace una apuesta importante, pero es siempre una apuesta. En ocasiones funciona, en otras no. Otras veces funciona por un tiempo, pero los normales cambios de la vida lo hacen inviable luego. Claro, un buen número de relaciones duran toda la vida, en ocasiones porque negocian, aprenden a ceder, logran establecer un balance entre las ventajas y las desventajas... O porque alguno sabe morirse a tiempo.

Te adelanto un consejo de peluquería: has la lista de lo que quieres que el otro cambie… y quémala, porque no va a servir para nada. O procuras estar feliz con la persona real que tienes al lado, o te buscas otra. 

¡Continuamos la próxima semana!

@leonardoamayaMD

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