jueves, 5 de julio de 2012

Quiebras emocionales y cosas por el estilo

Las tarjetas de crédito son como algunas relaciones: tienes la ilusión de que la compra es fácil y luego te llegan cuentas impagables durante meses.
(Efluvio filosófico etílico)
Las tarjetas de crédito son ilusiones peligrosas, como algunas relaciones. Compras rápido algo que consideras indispensable y luego descubres que, además de inútil es una compra cara: así te quedas con algo metido en el fondo del armario mientras puntualmente te llegan las cartas de amor del banco.
Con frecuencia, esto ocurre porque no hemos sido realistas en la balanza: de un lado, la necesidad real de ese objeto y del otro el precio. ¿estás dispuesto a pagar eso por esta cosita? Pues en las relaciones pasa también. No somos cuidadosos para saber, primero, qué queremos. Que cosa estamos buscando, de verdad, en esa relación.  De vez en cuando nos sorprendemos buscando cosas que... siemplemente no están allí. No vienen en ese paquete. Quieres una relación seria, y te metes con una payasa o un bufón. Quieres una relación ligera, y te enredas con una neurótica con plan de millas en la clínica psiquiátrica o con un tipo tan complicado, tan complicado... que viene con instrucciones.
Otras veces, queremos cosas contradictorias: quiero estar con esa persona, pero también quiero defender mi orgullo, que en mi mente loca significa esperar que ella o él caigan rendidos a mis pies sin hacer ningún esfuerzo. Pues no, con frecuencia o toca humillarse un poquito -mientras inviertes en el negocio a ver si sale- o toca bajarse las espectativas y quedarse con la promoción del mes.
Y otras veces... no somos nada realistas. Una relación cuesta. Incluso dinero. Pero siempre, tiempo, una pequeña apuesta emocional, aguantarse algún ataque cercano a la psicosis. Una pequeña variadad de manias envueltas en una primorosa cajita. Eso es lo real.
Por supuesto puedes esperar a que aparezca el hombre o mujer de tus sueños sin hacer nada. Claro que puede pasar, en Disneyland o peor aún, en Epcot Center. En la vida real, un poco menos frecuente.
Así que, algunos consejitos de peluquería:
Pregúntate en serio, qué diablos es lo que quieres. Que estás buscando.
Coloca el P&G emocional, y analiza cuánto vas a invertir en el personaje o personaja de turno.
Sácale tiempo a quererte, como profilaxis emocional. Si entregas tu vida y planes completamente a alguien puede ser muy bonito para una película con Zac Efron, pero poco funcional para ser emocionalmente independiente.
Prepara un acopio de tranquilidad debajo del colchón, porque hay mucho principe que es sapo y mucha princesa que es bruja, así que siempre es una apuesta.
Y ¡a la calle!... dejándo la tarjeta de crédito platino guardada en casa.

L. Amaya - racionalemotivo.blogspot.com






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