lunes, 21 de abril de 2014

Tácticas autodestructivas

La felicidad se apoya en una mala memoria selectiva y una buena política de devoluciones
En terapia cognitiva, se resumen de forma muy práctica las disfunciones no psicóticas en dos rasgos: se sufre y se hacen tonterías. Así, si quieres saber si esa idea que te ronda es sana o no, simplemente considera esos dos puntitos: ¿Esto que estoy pensando me hace sufrir? ¿he tomado decisiones tontas, locas e inadecuadas para mis intereses? Con frecuencia pensamos que sufrimos por lo que nos pasa, por ejemplo, porque descubrimos que fuimos idiotas en una relación (bienvenidos al club...). Pero, si miras con atención, sufrimos por lo que pensamos sobre esa relación: "he sido idiota", "otra vez he cometido el mismo error", "nunca voy a ser feliz"... y así, hasta el infinito y más allá.

Con frecuencia, sufrimos cuando nos hemos sentido defraudados o estafados en una relación cuando pensamos que esa persona ha sido injusta. Asumimos que "debía habernos tratado mejor", "haber sido mejor persona conmigo", asumimos que fue "injusto que nos pagaran así con todo lo bueno que habíamos sido"... Pero, más que sufrir por el pasado, debería servirnos para procurar no repetir esas metidas de patas.

Mira tu historia. Piensa en esas personas que han respondido mal a tu dedicación y tu tiempo. Y fíjate que muchas veces las habías seleccionado mal, o decidiste darles de más a quienes no podían manejarlo: no todo mundo es capaz de responder a tu generosidad como a ti te gustaría. Y peor aún, esas personas muy frecuentemente no te pidieron que dieras tanto. Esto suena un poco a dar a las personas en relación con el modo como nos respondan. Suena super interesado, y tú podrías pensar: pero es que el amor no hace cuentas, el romance está en dejar la piel. Listo, sí. Eso, ni en las películas de Disney. Si das sin cuenta, entonces prepárate para que te usen y sufras porque las personas no te respondan igual. Y algo más, cuando damos a los demás en plan ilimitado... pues muchas veces estamos queriendo comprar afecto, que no es nada funcional ni sano.

Si lo piensas con más detalle, muchas de las veces en las que hemos querido ser generosos sin cuento, lo que hemos pretendido es que finalmente nos paguen con algo. No somos tan desinteresados como decimos y... sí estábamos esperando algo a cambio. Cuando se da gratis, no se espera absolutamente nada a cambio. Así que si te entregaste gratis, ¿porqué te molesta que no te hayan pagado? ¿no que era gratis?

No somos malos y terribles por esperar una respuesta a lo que damos. Es decir, si quieres dar gratis, entrégalo a una fundación. A los demás, intercambio comercial controlado. Fíjate que incluso a esos amigos a los que les damos a manos llenas, sin pensar, son habitualmente los que se "lo merecen": esos amigos nos han dado o nos dan algo. En ocasiones, basta con la buena compañía. Y se las pagamos bien. Es un intercambio inconsciente.

El problema viene cuando no hay proporción: Cuando das de más, con la ilusión de autoengaño de "ser generoso y dar gratis... ya sabes que es mentirilla que te dices. Lo más grave es que te devalúas, porque de lo que hay mucho se valora poco. Gratis gratis, bueno, la ficción de gratis, a Dios, a Budha, a Pachamama, a una fundación y a esos dos o tres amigos que valen la pena. A los demás, por ventanilla y llene el formulario. No hace falta que seas un cabrón, puedes decirlo con una sonrisita.

@leonardoamayaMD

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