lunes, 22 de septiembre de 2014

Siendo más que los propios problemas...

Graffiti en una calle de Miraflores, en Lima (Perú). 

¡Mira los filósofos que se encuentra uno caminando! Estaba en un congreso en Lima (que además está increíble y la oferta de restaurantes genial) y me encontré este lingote callejero. De los lingotes de pensamiento, y no de los "lingotes" de perrito de apartamento que se encuentra uno paseando por Parioli, en Roma... Pero este no es el tema. "Sé más que tus problemas" podemos leerlo de varias formas... pero comencemos por la fácil, colocándole la tilde que no quiso poner el autor.
En ocasiones nos quedamos abrazados de forma loca y disfuncional a nuestros problemas, historias interiores, neurosis, etc. Muchas veces, porque ganamos cosas con ellos. Es frecuente llamar a esta maniobra "ganancias secundarias", para que sepas cuando alguien te lo diga, usualmente con intención de insultarte, pero con una alta dosis de verdad.
Si. En ocasiones, seguimos haciendo las cosas raras que todo mundo nos dice que estamos haciendo, que nos generan problemas y nos llevan a sentirnos mal y actuar peor, porque algo pensamos ganar con eso.
Te pongo un ejemplo: haces un show disfucional de telenovela mexicana porque Pedro Manuel, Miguel Antonio o José de las Mercedes no hace las cosas como tú quieres. Y te parece lógico, porque "cómo es posible que no recordara que hoy era cuando yo quería que ..." y escribe lo que quieras.
Resulta que Pedro Manuel no quiere. Le da pereza. Sí, es tu novio pero no tu esclavo. Sí, te quiere, pero también tiene sus pequeños egoísmos. Peor: tiene partido de fútbol. Todo eso. Resulta que con el show, logras que él se sienta mal (con semejante loca, ¿quién no?). A lo mejor hasta viene a ese plan que tú querías. Claro, quizá hace una cara de circunstancias más adecuada para una colonoscopia que para una fiesta, pero vino...
Eso es lo disfuncional. Que te la va a cobrar. Que la próxima vez, se va a inventar una excusa peor, se va a "desaparecer" o se "enferme" muy oportunamente. Y además, le dirá a todo el mundo que eres una loca. No te olvides que los hombres somos bastante más chismosos que las mujeres, sólo que lo disimulamos un poco mejor.
Segunda escena, todos tenemos malos ratos. Sí. ¿Te acuerdas de esas personas que cada vez que tienen un problema se lo hacen vivir a todo el mundo? En ocasiones, esas personas somos tú y yo. Y, ¿sabes que? la gente no tiene porqué aguantarnos. Ellos también tienen sus propias películas interiores. La primera excusa que nos damos, tú y yo, es ¡Pero no lo puedo controlar! Te recuerdo que esa era la actitud que Albert Ellis llamaba la "primera idea irracional": Yo no puedo cambiar.
Pues eso: es una idea, una sentencia, una frase en tu cabeza. Sí puedes cambiar, pero te costará un poco de esfuerzo. Sí puedes hacerlo, aunque tendrás que salirte del show que te has montado y cambiarte la música interior.
¿Y sabes también porqué? porque te complicas la vida, porque sufres tú, porque te haces inmamable y entonces las personas te van a evitar, como tú mismo evitas (y te recomiendo que evites) a la gente negativa, lloricógena y dramática.
Tercera escena: superar los problemas y darles la dimensión que tienen te lleva a una vida más tranquila. Todos tenemos problemas. La vida está llena de esos retos. Difíciles algunos, pero sin duda frecuentes. Enfréntalos. Busca resolverlos. Y resolverlos comienza por tu cabeza, por saber que eres más que las dificultades. Que las dificultades si tú quieres son campos de mejora. Y que en el peor de los casos, las dificultades son una realidad de la vida. Nuestra vida -y nuestro trabajo- consiste en buena parte- en resolver problemas.
Pues eso. A Lima, a la Rosa Nautica a comer un carpaccio de pulpo al roquedal. A las calles de Miraflores, para aprender de la filosofía callejera.


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