domingo, 17 de agosto de 2014

Bienvenidas y despedidas

Viendo novelones ingleses...

Sir Richard: “I’m leaving in the morning Lady Grantham. I doubt we’ll meet again.”
Countess Violet: “Do you promise?”

Sir Richard: —“Me voy en la mañana, Lady Grantham. Dudo que nos volvamos a ver”
Condesa Violeta: —¿Lo promete?

Diálogo de la serie de época Downton Abbey (http://www.itv.com/downtonabbey)

Siendo realistas realistas, nuestra vida es un proceso de bienvenidas y despedidas. Nos toca dejar atrás a personas que han sido significativas y otras que han sido tóxicas. Nos deja gente que querríamos a nuestro lado para siempre y grandes promesas de futuro no se cumplen y entonces debemos alejarnos o dejar partir para que esa persona y nosotros mismos tengamos una nueva oportunidad con nuevos protagonistas. 
La gente va y viene de nuestra vida. En ocasiones, esas personas nos han dejado una marca duradera en nuestra historia y en nuestra vida, y aunque hubiéramos querido conservarlas a nuestro lado se alejan simplemente porque los caminos se dividen y cada uno emprende una ruta.
Es una situación que resulta dolorosa y que forma parte de esas experiencias que simplemente ocurren y no podemos evitar. Forma parte de la experiencia vital. En ocasiones somos incluso nosotros los que nos marchamos porque tenemos nuevos retos, porque tenemos un camino que seguir y que implica abandonar historias, ciudades y personas.
Hay una gran ventaja: algunas personas significativas y valiosas quedan para siempre, y podremos experimentar reencuentros memorables, donde recomenzamos una conversación interrumpida hace años con la sensación de haberla interrumpido ayer. 
En otras ocasiones esas personas que se separan de nosotros son el fin de una esperanza. Se trata de esas apuestas vitales que son importantes para construir una vida, y en las que algunas veces ganamos y en otras resultan tan debajo de las expectativas que lo adecuado es cerrar ese capítulo.
Sin embargo siempre es un reto el dolor de las despedidas. Así, en ocasiones el temor a ese dolor nos conduce a actuar de formas poco realistas o nos empuja a que tomemos decisiones en las que perdemos. Hay un momento en que no se debe apostar más y simplemente toca dejar el juego y cambiar de mesa.
Algunas veces se nos olvida que las apuestas tienen un final: apostamos para que una relación prospere, pero llega el día en que las posibilidades ya no son realistas y toca perder lo perdido, y conservar algo para otra apuesta. Algunas veces nos quedamos en una relación tóxica, en lo que no fue, por temor a la soledad. Todos sabemos que tocaba irse antes, que es mejor un momento de cierre y seguir adelante que permanecer con una persona que te hace sentir peor que estar solo.  
Si nos quedamos allí y seguimos invirtiendo nuestras emociones y nuestro tiempo acabaremos haciéndonos daño y perdiendo más de lo que deberíamos perder. ¡Hay que emprender la próxima apuesta antes de perder hasta los dientes!
Un rato sólo después de la apuesta es un buen momento para revisar el “casting” que haces, reorganizar tu vida y tus prioridades, y ¡Volver al juego!

@leonardoamayaMD

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