lunes, 2 de junio de 2014

Budismo de oficina - 2

No te sientas ofendido
Es inevitable tener roces profesionales. Esta es la realidad. Bueno, la única forma de no tenerlos totalmente es que no trabajes, no salgas de tu casa y no te encuentres con los colegas, pero no me parece una expectativa vital maravillosa.
Incluso como independiente, tienes que escuchar la voz de tus clientes, que efectivamente son tus jefes. Evidentemente puede ser un poco mejor que tener un jefe exclusivo, pero es igualmente retante escuchar las retroalimentaciones.
Siempre cometeremos errores, somos humanos y esa es una posibilidad cotidiana. Algunas veces, nos daremos cuenta nosotros mismos, y en otras, los demás nos lo advertirán. Incluso puede ocurrir que una persona a la que le hemos hecho un favor nos haga una evaluación o tengamos una situación difícil con ella. Es inevitable. Los ingleses usan una expresión bastante gráfica: "no hay buena obra que no quede sin su castigo". Seamos sinceros un poco: hay ocasiones en las que hemos cometido errores que merecen no sólo la corrección sino la reprobación de otros. Esa es la fragilidad personal. Otra frase que me sirve mucho a mí mismo para manejar la frustración de mis propias equivocaciones apoya la idea de "mal de muchos, consuelo de tontos". Yo procuro ser, en ese sentido, un tonto feliz. La frase es clara: no hay personas inocentes, sólo personas poco investigadas.
Vamos a lo básico. Sufrir por el comentario de alguien sobre nuestro trabajo no sirve de nada. Si el comentario evidencia una falla nuestra, puede ser una excelente oportunidad de aprendizaje. Y moriremos de viejo aprendiendo, si nos disponemos a aprender. De hecho, la única garantía que tenemos para evolucionar en nuestra profesión es el aprendizaje continuo, y como sabemos desde el colegio, el aprendizaje duele.
Si el comentario es inexacto o incluso una visión poco cercana a la realidad, pues menos nos sirve sufrir. Sufrir ni sirve para nada (excepto si te gusta, y por ejemplo, usas una indumentaria de cuero y un látigo. Tienes todo el derecho, pero no se parece al sufrimiento de oficina. Al menos no a las oficinas más frecuentes).
En algunas ocasiones, una persona con la que sostenemos una interacción profesional hará algo directamente molesto, como agredirnos un poco con su estilo de interacción. Te puede pasar en un aeropuerto, en una tienda, etc. Algunas veces servirá para que evalúes el "casting" de los sitios a los que vas o de las personas con las que te encuentras. En otras, será simplemente parte de la experiencia vital.
Otras veces, las personas cercanas pueden hacerte comentarios que te resultan incómodos y dolorosos, pero son personas a valiosos en tu vida por otras razones. Se trata, como diría el Ing Alejandro Tovar, de lo que te salió en la tapa. Todos, tu y yo también, tenemos actitudes y palabras que resultan difíciles para algunas de las personas con las que interactuamos.
El fondo, es que somos nosotros quienes nos "sentimos" ofendidos de forma extrema cuando exigimos al mundo que sea atento, cariñoso, comprensivo y delicado en todo encuentro con nosotros, y eso, no es real. Entonces, nos frustramos. El problema es que en la medida en la que dejamos que esta tendencia defensiva nos domine, nuestra tolerancia a la frustración social se va al piso. Tolerancia en este sentido se refiere a la aceptación incondicional de la realidad: así son los demás, y así es la vida profesional. Por supuesto que podemos desear y hasta cierto punto demandar unas ciertas características de trato, pero incluso con las mejores personas y en los mejores entornos, las discusiones y las diferencias forman parte de las realidades de todos los días, y un mundo en le que sufres por eso, se hace muy complicado.
Unos truquitos de peluquería:
  • Medita. Usando el método que quieras, incluso la contemplación de la calle, del arte, o de la puerta misma de tu habitación. En serio. 
  • Acepta la realidad. Ponte la tarea de recordarte que esto es la verdad, lo real.
  • Mejora el casting: dedícale tiempo a pulir el perfil de las personas con las que te tratas más frecuentemente. Eso, por lo menos baja el nivel de la tensión promedio. 
  • Aprende. "Traduce" los comentarios o actos incómodos o indelicados de los demás en ocasiones de aprender. 
  • Agradece: al universo y a las propias personas que son el contraste dulce de la realidad ácida. 
  • Ten una vida: cultiva tus aficiones, tus hobbies que te alimentan y para los que sólo estás tu. 
  • Ponte música ambiental en tu cabeza. Hay algunas interacciones que se aguantan simplemente porque mientras te dicen cosas, tu oyes música tibetana en tu mente, cuencos y bambúes. 
Continuará!
@leonardoamayaMD






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las redes sociales!

 Hay mucho material disponible en:  https://www.instagram.com/leonardoamayamd/ Sigámonos allí! Leonardo